A unas horas de finalizar este 2020, un año que para el general de las personas estuvo lleno de incertidumbre, dolor y muerte, de pérdidas…

Todos perdimos algo, desde la libertad, el trabajo, el sueldo, la salud y lo más importante e irreparable, muchos de los nuestros perdieron la vida.

Sueños, proyectos, planes quedaron en pausa, para darle espacio a simplemente sobrevivir.

Vivimos durante estos últimos nueve meses, un duelo colectivo, en el que pudimos vernos en el dolor del otro; nos dolimos de muertes ajenas pero no por ello menos importantes. Lamentamos no poder dar ese último abrazo, ese último adiós, lloramos que nuestros muertos, murieron solos.

Este 2020 deja heridas profundas, será sin duda un año para nunca olvidar.

Sin embargo, si reflexionamos más allá de lo perdido, podemos cada uno desde su experiencia encontrar también algunas ganancias:

Conocimos o reaprendimos sobre solidaridad, empatía y amor, porque es una muestra profunda de amor propio y hacia el prójimo aislarte, para evitar el contagio.

En el silencio de la soledad,  estuvimos cara a cara con nuestras emociones y sentimientos, no teníamos manera de evadirlos y sí, la única opción fue hacerle frente a ese miedo, a esa angustia, esa desesperanza, desilusión, desolación… y encontramos que el llanto sana el alma profundamente dolida.  Así nos reconocimos como seres humanos.

«Cuando ya no somos capaces de cambiar una situación, nos encontramos ante el desafío de cambiarnos a nosotros mismos» Viktor Frankl.

Y cambiamos, nos adaptamos a utilizar la tecnología para estar cerca de nuestros seres queridos, para asistir a ese funeral, para despedirnos del enfermo a punto de ser entubado. Instalamos la oficina en casa, el salón de clases, utilizamos toda la creatividad para que cada uno de esos más de 200 días, fueran diferente uno del otro a pesar de estar en el mismo lugar.

Valoramos la importancia de algo tan simple como respirar.

Hoy estamos aquí, con la esperanza de que todo esto pase. Hoy terminamos el año más fortalecidos, más humanos, más resilientes.

Que el próximo año sea mejor para todos y que no olvidemos lo que el 2020 nos enseñó.

En memoria de todos aquellos que murieron en la soledad de un hospital; en homenaje de todos los médicos que siguen luchando por salvar vidas y todos lo que han dado la suya por cumplir con su deber. Gracias

Blanca Fernández G. /Tanatóloga

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