Comunicación para la vida

Por: Fernanda Mata

¡Hola! hoy paso de rapidito, solo para preguntarte: ¿Cómo andas en eso de la relaciones humanas?…

Regreso al pasado, a las primeras líneas de Sintonía FM y reviso el propósito que me tiene aquí, contigo, juntos y leyendo este nuevo episodio para platicarte lo poderoso que ha sido servirme de las relaciones humanas, y lo digo en el mejor de los términos, y cuán importante han sido para la construcción de mi proyecto personal/profesional/espiritual/emocional… Sintonía FM nace de una necesidad de compartirte lo benéfico y reparador que ha sido para mí día a día estar en este estado consciente “receptivo” y congruente entre lo que hago, pienso y digo por medio de frases que he recogido gracias a las relaciones humanas y que se han vuelto una directriz en mi entrenamiento de vida continuo, diario y permanente  que favorece a mi salud emocional y bienestar integral. Sí, es una carrera de resistencia y que pone a prueba muchos de nuestros “talones de Aquiles” pero, ya lo hemos platicado, se necesitan de esos grandes aliados para lograr conciliar ese estado que evidentemente requiere de un tercero: las personas y los escalones que te ponen para trepar y hacia tus metas junto con tus ganas y habilidades para llegar a ellas.

De pronto pareciera que nos olvidamos que vivimos en comunidad y no dimensionamos que las personas son parte de la interdependencia natural que nos rige por el simple hecho de saber que no habitamos solos este mundo y que en el organigrama social, nos necesitamos unos a los otros; nos es complicado lidiar con otras cabezas, con otras ópticas, con ideas distintas y nos es muy dificultoso el camino de conducirnos desde el entendimiento y la tolerancia para hacer llevadera la relación con las personas que cohabitan en el mismo planeta que yo.

Las relaciones humanas no nos buenas ni malas, son como nosotros las forjamos y tiene que ver desde la plataforma donde las creamos; no nos vayamos lejos, en el ambiente laboral es muy común que se generen comunidades en constante competencia para ver quién mejor que el otro, en lugar de generar una plataforma de compañerismo y solidaridad para potenciar el rendimiento, talento, productividad y trabajo en equipo, en fin… podríamos hablar un sinnúmero de escenarios pero lo más importante aquí es reconocer desde el “por qué y para qué” trabajamos nuestras relaciones humanas.

Pero no todo es amargo cual cacao listo para ser procesado en una rica y keto trufa, porque en ese camino de socialización forzado o elegido con las personas, de pronto se cruza “alguien” con el que haces “match”  y entonces ¡bendito corazón, ha llegado el momento de palpitar de alegría y de sentirse cómodo! porque déjame decirte que no hay muchas opciones en esto de los lazos humanos y es necesario saber que son parte del ejercicio diario de vivir en comunidad y por ello, solo hay de dos sopas: uno, son parte de tu círculo afectivo y dos, no lo son ¡punto!

En la primera opción, cuando sí lo son, resultan ser indispensables para nuestra vida e incluso, muchos de ellos, culpables de nuestra felicidad… de verdad no miento, haz memoria y recuerda cómo te hace sentir estar rodeada de personas que, por algo que viste en ellas, son parte de tu cuadro chico; recuerda los momentos en donde estando con ellas tú, te sentías feliz y sonriendo como si no hubiera un mañana; recuerda cuando en esos momentos complicados donde ellos te acompañaron, te abrazaron y no te soltaron cual Jack con Rose antes de hundirse el Titanic, estuvieron para y por ti…

La familia la pongo en un florero aparte, ella ya trae el lazo bien amarrado desde que nacimos y solo depende de la plataforma que vayamos generando para conservar una relación saludable y amorosamente funcional; a donde quiero llevarte es a reflexionar qué sucede cuando las relaciones trascienden ¿qué florece?¿qué pasa y cómo alteran a mis emojis internos? ¿en qué se convierten esas personas para mí? Hablo de las llamadas familias elegidas: los amigos, es decir, a esas relaciones de afecto, simpatía y confianza que se dan después de largos espacios de convivencia.

Después de que en la mesa solo quedan en los platos los restos de unos huevitos al gusto con unos chilaquiles verdes con pollo; la taza de café fue llenada en más de dos ocasiones, y el celular puesto en «modo avión» ,se da paso al desahogo del corazón, al ping pong de las experiencias, las terapias de unas con otras, las recomendaciones, los remedios caseros y un sin fin de momentos que van achicando la relación hasta hacerla más estrecha y empezar a visualizar que de entre ellos saldrán algunos a los que muy pronto llamaremos “amigos”; en la sobremesa no hay filtros ni máscaras, la proximidad de los secretos se acorta y las agendas quedan abiertas para dar paso a una nueva «juntadita» dejando al descubierto las ganas de agregarlos a nuestra lista selecta de amistades.

¿Recuerdas alguna situación parecida? en donde después de una reunión o la carnita asada, se van quedando unos cuantos hasta el final y la plática comienza a ser más fraternal , por no decir  “a calzón quitao” como decía mi abuela y hasta por dentro te dices “qué agusto estoy” ¿te ha pasado? entonces sabrás de qué te hablo… En la sobremesa se construyen los mejores y grandes amigos…

¿A poco no? Un amigo para ser nombrado como tal, tuvo que pasar por un check list de tu propio circuito para aceptar una nueva amistad y los que tenemos pasaron por ahí, cada uno llegó bajo circunstancias distintas, pero ya tienen una parte de nuestro corazón.

Las relaciones humanas se construyen con sabiduría y cordialidad con el único objetivo de que todo lo que opera en esta vida, se haga con la mayor honestidad posible y encaminada al bien común para la digna existencia humana, pero cuando damos ese brinco de categorizar a nuestra relaciones en la lista de favoritos, los beneficios interpersonales se vuelven mágicos y resultan ser vitamina natural para nuestro corazón.

Veámoslo a nuestro favor y convirtamos nuestros lazos en relaciones veganas, es decir, haciendo una interesante paradoja de su esencia, el veganismo es una forma de vida, que busca excluir, en la medida de lo posible y viable, todas las formas de explotación y crueldad a los animales, es decir, protegen y AMAN  a los derivados de su especie. Necesitamos alimentarnos de relaciones sanas, donde se coma empatía y no prójimo, donde entre la misma especie no se excluya ni se crucifique, donde se respete la vida de entre los mismos; necesitamos fortalecer el alma con los nutrientes adecuados y supervisada por una receta individual pero con resultados sociales… ¡Necesitamos más relaciones!