México.-Los avances científicos en una enfermedad no siempre aclaran el tratamiento de otras. Pero esa ha sido la sorprendente trayectoria de un equipo de investigación de Mayo Clinic.
Después de identificar una molécula de azúcar que las células cancerosas usan en su superficie para esconderse del sistema inmunológico, los investigadores descubrieron que esta misma molécula podría ayudar en el tratamiento de la diabetes tipo 1, anteriormente conocida como diabetes juvenil.
La diabetes tipo 1 en cifras
La diabetes tipo 1 es una afección autoinmune crónica en la que el sistema inmunológico ataca a las células beta del páncreas, encargadas de producir insulina, y afecta a aproximadamente 1.3 millones de personas en EE. UU, mientras que en México la presentan del 2% de todos los casos de diabetes.
El mecanismo: “vestir” a las células beta
En el estudio, los investigadores revirtieron un mecanismo del cáncer. Las células cancerosas utilizan diversos métodos para escapar de la respuesta inmunológica, incluido el recubrimiento con una molécula de azúcar conocida como ácido siálico.
En modelos preclínicos de diabetes tipo 1, descubrieron que es posible “vestir” las células beta con esa misma molécula, lo que permite que el sistema inmunológico las tolere en lugar de atacarlas.
“Nuestros descubrimientos muestran que es posible proyectar las células beta de tal manera que no provoquen una respuesta inmunológica inmediata,” explicó la Ph. D. Virginia Shapiro, investigadora principal del estudio publicado en Journal of Clinical Investigation.
La enzima clave: ST8Sia6
Hace unos años, el equipo de la Dra. Shapiro demostró que una enzima conocida como ST8Sia6, que aumenta la presencia de ácido siálico en la superficie de las células tumorales, ayuda a estas a parecer como si no fueran organismos extraños que deban ser atacados por el sistema inmunológico.
“La expresión de esta enzima básicamente ‘recubre con azúcar’ las células cancerosas y nos preguntamos si también podría proteger a una célula normal de una respuesta inmunológica anormal,” señaló la Dra. Shapiro.
Primero, el equipo estableció la prueba de concepto en un modelo de diabetes inducida artificialmente.
En el nuevo estudio, el equipo analizó modelos preclínicos conocidos por desarrollar espontáneamente diabetes autoinmune (tipo 1), acercándose más al proceso que ocurre en los pacientes.
En los modelos preclínicos, el equipo descubrió:
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Las células modificadas fueron eficaces en un 90 % para prevenir el desarrollo de diabetes tipo 1.
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Preservación de las células beta que normalmente serían destruidas.
Resultados clave
“Aunque las células beta se conservaran, el sistema inmunológico permaneció intacto,” destacó Justin Choe, estudiante del programa Doctor en Medicina – Doctor en Filosofía (M.D.–Ph.D.) y primer autor de la publicación. «Descubrimos que la enzima desarrolló, específicamente, una tolerancia contra el rechazo autoinmune de las células beta, ofreciendo una protección localizada y bastante específica contra la diabetes tipo 1.»
Choe llevó a cabo el estudio durante la parte de Ph.D. de su doble titulación en laEscuela de Posgrado en Ciencias Biomédicas de Mayo Clinic y la Escuela de Medicina Alix de Mayo Clinic.
Actualmente no existe cura para la diabetes tipo 1, y el tratamiento implica el uso de insulina sintética para regular los niveles de azúcar en la sangre o, para algunas personas, es necesario someterse a un trasplante de islotes pancreáticos, que incluyen las tan necesarias células beta.
Como el trasplante implica la inmunosupresión de todo el sistema inmunitario, la Dra. Shapiro tiene la intención de explorar el uso de las células beta proyectadas en islotes pancreáticos trasplantables, con el objetivo de, al final, mejorar la terapia para los pacientes.
La Dra. Shapiro plantea aplicar estas células beta proyectadas en trasplantes sin necesidad de inmunosupresión:
“Uno de los objetivos sería proporcionar células para el trasplante sin la necesidad de inmunosupresión. Aunque aún estamos en una fase inicial, este estudio puede ser un paso hacia la mejora del tratamiento.”
El estudio fue financiado por subvenciones de los Institutos Nacionales de Salud (NIH).







