El papa Francisco regresó este jueves a la prisión en la que hace 10 años inició el rito de la misa «In coena domini», en la que cadaJueves Santo lava los pies a 12 presos como recuerdo del gesto que tuvo Jesús con sus 12 apóstoles antes de ser crucificado.

El pontífice acudió a la Casa del Marmo en Roma, una cárcel de menores ubicada en la periferia de Roma, donde tras su homilía, en la que animó a los fieles a ayudarse entre sí, se levantó de su silla de ruedas para lavar y besar los pies de 10 hombres y dos mujeres.

Francisco, que fue dado de alta el pasado sábado después de haber estado ingresado tres días en el hospital Gemelli por una bronquitis, no pudo arrodillarse, pero aun así realizó el gesto de pie y sin ayuda.

Los 12 jóvenes reclusos, por su parte, aguardaron la llegada del papa sentados en un altillo. Entre ellos había 10 chicos -cinco mayores de edad y cinco menores- y dos chicas -una mayor de edad y un menor-.

Según detalló la Santa Sede, dos jóvenes eran de origen gitano, otro croata, otro rumano, otro ruso y otro senegalés y musulmán.