El papa Francisco se reunió este lunes con sobrevivientes de una antigua escuela residencial para indígenas en Canadá, para renovar el pedido de perdón por el papel que tuvo la Iglesia en la violencia infligida a miles de menores de pueblos autóctonos.
«Llego hasta sus tierras para decirles personalmente que estoy dolido, para implorar a Dios el perdón, la sanación y la reconciliación; para manifestarles mi cercanía, para rezar con ustes, y por ustedes».
«Lo siento. Pido perdón, en particular, por la forma en que muchos miembros de la Iglesia y de las comunidades religiosas cooperaron, también con su indiferencia, en proyectos de destrucción cultural y asimilación forzada”, expresó el Sumo Pontífice.
“Esperaba este momento para estar con ustedes, en este lugar tristemente evocativo”, afirmó ante los fieles.
Francisco instó a seguir un camino juntos “para que los sufrimientos del pasado dejen un lugar de reconciliación”.
“Es justo hacer memoria, porque el olvido lleva a la indiferencia. Lo opuesto a la vida no es la muerte, es la indiferencia a la vida o la muerte”.
Después, el jerarca católico estará desde las 16.30 locales (22.30 GMT) en la iglesia del Sagrado Corazón de los Primeros Pueblos de Edmonton, una de las más antiguas de la ciudad, reconstruida tras un incendio en 2020, y donde pronunciará un segundo discurso frente a las comunidades indígenas.
En el centro de este “peregrinaje penitencial” está el doloroso capítulo de las “escuelas residenciales” para niños indígenas, un sistema de asimilación cultural que causó la muerte de al menos 6.000 menores por enfermedad, desnutrición, negligencia o abusos desde finales del siglo XIX hasta la década de 1990, y que creó un traumatismo en varias generaciones.
El gobierno canadiense, que ha indemnizado con millones de dólares a antiguos alumnos, se excusó oficialmente hace 14 años por haber creado estas escuelas para “matar el indígena en el corazón del niño”.