«Que tengan miedo los Diputados porque cada vez vamos a ser más, no han medido la fuerza de las mujeres, esperemos que no tengan que probarnos». Rebeca Clouthier

 

Por: Angélica Valle

Viene a mi mente la frecuente frase de mi padre cuando al pedir un permiso nos remitía a mamá: “Lo que tu mamá diga”. Obvio, se hacía lo que ella decía. Así era, la decisión maternal imperaba, creo que no solo en mi casa.

Hago alusión porque muchas decisiones dentro del hogar quedan en manos de la mujer, más ahora cuando en conjunto con el hombre suman para el ingreso, la compra de bienes de consumo o simplemente determinan cuánto presupuesto se destina para diversión. Ambos trabajan, pero es la mujer quien distribuye el gasto.

Son entonces los hombros y la mente de las mujeres en las que recae la toma de decisiones, tanto para los permisos, cuidados, educación y forma de llevar los gastos dentro del hogar.

Sin embargo, hoy las mujeres luchan y emiten su opinión en cuanto a paridad de género se refiere, esto es a que, al igual que los hombres, las mujeres debemos ocupar el mismo número que los hombres en cuanto a puestos de elección popular se refiere.

«La paridad de género en la integración de los órganos del Estado emanada de la reforma constitucional constituye una regla permanente para la integración de los órganos de elección popular -colegiados y unipersonales-, con el fin de garantizar la representación paritaria de mujeres y hombres, en favor de un diseño de ejercicio del poder público paritario”.

La lucha es ya a nivel legal, hemos tenido que llegar a ese grado para que se reconozcan los derechos de la mujer, no solo como cabeza de familia -aunque exista un marido o pareja- llegar a tal grado para que la capacidad de gobernar se respete de la misma manera que la de un hombre -aunque sea un patán, violador, o se valga de cualquier artimaña para llegar a un cargo-.

En la actualidad son muchas las mujeres que cuentan con estudios superiores, que han desarrollado sus habilidades y aptitudes para liderar grupos empresariales, de trabajadores o en centros educativos. ¿Por qué entonces no permitir esa paridad de género en la política?

También es cierto que muchas mujeres han alcanzado cargos públicos de elección por sus “buenas artes”, pero hoy por hoy está demostrado que el alcance de las mujeres para dirigir a los ciudadanos ha sido un acierto.

El mundo occidental debe aceptar la dirigencia de una mujer, de lo contario seguiremos sumidos en la ancestral pantomima de que solo los hombres pueden gobernar.