Ginebra, Suiza.— Casi cuatro décadas después de su último informe sobre el tema, la Organización Mundial de la Salud (OMS) volverá a evaluar los efectos de una guerra nuclear en la salud humana y los sistemas sanitarios, luego de que 86 países miembros aprobaran una resolución en el marco de la Asamblea Mundial de la Salud 2025.

La decisión, sin embargo, no fue unánime y expuso divisiones diplomáticas: 28 países se abstuvieron y 14 votaron en contra, entre ellos Rusia y Corea del Norte, quienes argumentaron que la iniciativa excede las atribuciones del organismo de salud.

Tradicionalmente, las resoluciones de la Asamblea se aprueban por consenso. No fue el caso esta vez. La votación, solicitada por Rusia y respaldada por Corea del Norte, reflejó la incomodidad política que aún genera el tema de las armas nucleares, especialmente en el actual contexto geopolítico marcado por tensiones crecientes entre potencias armadas nuclearmente.

A pesar de ello, la propuesta —liderada por Islas Marshall, Samoa y Vanuatu, naciones que sufrieron directamente las consecuencias de pruebas nucleares en el siglo XX— reunió un amplio respaldo global. Los países impulsores destacaron la necesidad de actualizar el conocimiento científico con base en los avances tecnológicos recientes.

“Nos complace que la gran mayoría de las naciones reconozcan la importancia de actualizar estos estudios fundamentales”, expresó Charles Johnson, director de políticas de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear, organización que recibió el Premio Nobel de la Paz en 1985.

La OMS no ha publicado evaluaciones sobre las consecuencias de una guerra nuclear desde 1993, año en el que cesó sus informes tras el fin de la Guerra Fría. El nuevo mandato permitirá reanudar esas investigaciones, que podrían incluir tanto impactos sobre la salud humana como sobre los ecosistemas.

Países como Reino Unido, Francia, Alemania, Italia, Polonia, Turquía, India y Pakistán se abstuvieron, argumentando que otros organismos internacionales ya realizan estudios similares, como el Comité Científico de la ONU sobre los Efectos de las Radiaciones Atómicas (UNSCEAR) o el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).

Por su parte, Rusia y Corea del Norte rechazaron la resolución señalando que representa una carga adicional para la OMS, justo en un momento en el que la organización atraviesa por dificultades presupuestarias.

Aun así, las organizaciones civiles especializadas en desarme nuclear celebraron la medida como un paso clave hacia la construcción de un marco global de salud pública ante escenarios de alto riesgo.

“Restablecer este mandato permitirá contar con pruebas científicas autorizadas sobre el riesgo existencial que representa una guerra nuclear para la supervivencia humana y la estabilidad del planeta”, indicó la Asociación de Médicos contra la Guerra Nuclear.

Con la resolución aprobada, la OMS deberá elaborar un nuevo informe sobre los posibles efectos sanitarios de un conflicto nuclear, un documento que se espera sea referente internacional ante la creciente preocupación por la amenaza atómica.