Monterrey, NL. – Fragmentos de las piezas clave del repertorio de música sacra de autores como Antonio Vivaldi, Georg Friedrich Händel, Wolfgang Amadeus Mozart, Charles Gounod y Gabriel Fauré, hicieron que el II Festival Internacional de Música Sacra Monterrey brillara por todo lo alto.

En un mano a mano, el Maestro Ricardo Marcos González, Secretario Técnico del Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León, organismo colaborador en la segunda edición del Festival y la Orquesta Filarmónica Juvenil de Nuevo León y la Unión de Coros Sacros de Monterrey, con la batuta invitada del Maestro Gerardo Rocha Ovando, hicieron único el concierto-conferencia “Dios Lo Oye”.

La Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en la Colonia Independencia, fue el sitio elegido para ofrecer el recorrido por los últimos cinco siglos de música sacra de la mano de Marcos González.

El especialista en música realizó un recorrido por las principales corrientes musicales de los últimos siglos y sus principales autores, teniendo como punto de partida el movimiento cultural conocido como clasicismo desarrollado en los siglos 17 y 18.

El funcionario recordó cómo tras la muerte de Mozart, Franz Xaver Süssmayr concluyó la célebre “Misa de Réquiem”.

Lo único que logró componer Mozart en su totalidad es la entrada de este ‘Réquiem’, el resto fragmentado dejó algunas notaciones. Hay una parte, por ejemplo, ‘un tuba mirum’ de este ‘Réquiem’ que lleva trombones. Bueno, la parte de los trombones sí, la escribió Mozart, pero dejó ahí retazos de ideas y lo que hizo Süssmayer es completarlos.

“’Lacrimosa’ es un momento conmovedor y al mismo tiempo desgarrador, ya sea o no que pensara que lo estaba componiendo para él, la realidad es que parecería que son los últimos pensamientos de un artista que se está muriendo”, detalló Marcos González.

Posteriormente, la audiencia escuchó la interpretación de “Lacrimosa” del “Réquiem” de Mozart.

Después del Clasicismo, periodo en el que destacan figuras como Joseph Haydn y Mozart, viene Beethoven con una especie de regreso hacia el Barroco en ciertos momentos.

’La Missa Solemnis’ es una misa inmensa, dificilísima de cantar y de tocar, en la que vemos la conjunción de estos dos mundos el Clasicismo, un poco el Barroco y un poco el Romanticismo, que ya venía”, explicó.

Después del Clasicismo viene el Romanticismo, otra contra corriente artística, un estilo que se desarrolla a lo largo del siglo 19 y que incluso tiene ramificaciones hasta el día de hoy.

Quedaron atrás esas grandes misas barrocas o del clasicismo, pero aquí hay un fenómeno interesante, misas, por ejemplo, como la ‘Missa Solemnis’, de Beethoven, otras que compuso Schubert y otras que van a componer algunos de los grandes compositores del siglo 19, en realidad están escritas ya no tanto para los templos, sino para la sala de conciertos”, argumentó Marcos González.

Sin embargo, pese a ello, todavía hay ciertas obras sagradas en el siglo 19 compuestas para los templos.

Aquí es donde damos un salto a Francia, en esos tiempos, ahí nos vamos a encontrar a un compositor muy interesante que se llama Charles Gounod, sobre todo es famoso por ser compositor de óperas. Él compuso las óperas ‘Fausto’ y ‘Romeo y Julieta’, en fin, varias partituras que fueron muy famosas y que hasta el día de hoy se pueden encontrar en las temporadas de las casas de ópera, pero era un músico mucho más rico que solamente compositor de óperas, también escribió dos sinfonías para orquesta, algunos cuartetos de cuerda y compone algunas misas y aquí está la relación de Gounod con lo sagrado”.

Gounod escribió mucha obra para los templos, algunas de las misas que compuso al principio de su carrera tienen un toque renacentista.

En el Renacimiento, la música era netamente vocal, sobre todo la de recintos sacros, no había instrumentos eran para coro, a capela o sin acompañamiento orquestal.

Años después nos vamos a encontrar con la figura de Gabriel Fauré, su música es de armonías, sonidos muy tersos, exquisitos y elegantes, un gran compositor que además fue director del Conservatorio de París, una de las grandes escuelas de música del mundo y además es interesante porque este año estamos conmemorando los 100 años de su muerte, de ahí también la razón de haberlo incluido en esta selección que el día de hoy hacemos”.

En 1887, mueren los padres de Gabriel Fauré y en honor a ellos, escribió una misa de difuntos una de sus obras más famosas. Se trata de un réquiem que no plantea la muerte como algo terrible y devastador, más bien la asocia con la paz y el descanso.

Hacia el siglo 20, la música sacra se vuelve más sencilla.

Desde el Papa Pío X comienza una intención de hacerla más fácil, más simple y en este siglo vamos a encontrar manifestaciones muy diversas, desde compositores que deciden utilizar las técnicas más vanguardistas para su música sacra, hasta otros que dicen esto tiene que ser muy reconocible, fácil y melódico para los feligreses para que todos participen, de alguna forma, en una colectividad”, expuso.

Tras el Concilio Vaticano II, entró la música popular en las iglesias y de esta manera actualmente se encuentran guitarras, coros, melodías sencillas, fáciles de acompañar y de cantar.

Eso no nos debe de hacer olvidar la gran tradición sacra acumulada a lo largo de muchos siglos”, finalizó.

Las actividades del Festival continuarán mañana sábado 23 de marzo a las 20:15 horas con la charla previa del Maestro Ricardo Marcos González y posteriormente el concierto de la “Petite Messe Solennelle”, de Gioachino Rossini, que será interpretada por primera vez en Monterrey en la Basílica de Nuestra Señora del Roble.

Participarán Yvonne Garza (Soprano), Rocío Tamez (Mezzosoprano), Gerardo Rocha/Manuel Ríos (Tenor), José Manuel Alfaro (Bajo-Barítono), Alejandro Miyaki (director concertador), Rodrigo Ilizaliturri (piano concertador), Elda Nelly Treviño (Órgano), Alan Martínez (2º Piano) y el Coro del Instituto Superior de Música de Esperanza Azteca. La entrada es sin costo para el público en general.