Llámame por tu nombre

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André Aciman. Llámame por tu nombre. Alfaguara, México, 2018. 273 p.

Por Luz Aurora Fierro

Soy una romántica. Ni modo, lo confieso.

Literalmente he leído todo tipo de relatos, desde las muy predecibles como la colección de Jazmín y las de Corín Tellado, hasta obras como Amor en tiempos de cólera de Gabriel García Márquez o inclusive Intermitencias de la muerte de José Saramago, que entre sus pliegues nos sorprende con una historia de amor. Entre los dos extremos está una de mis favoritas: Orgullo y prejuicio de Jane Austen.

En el Círculo de Lectura Señoras Lindas donde participo, me tocó elegir una historia sobre este tema. Inicié la búsqueda en febrero, cuando la web destilaba corazones.  Leí varias reseñas, sin embargo no quedaba satisfecha. Estaba buscando algo especial.

Por ese entonces mi hijo y yo establecimos un reto maratónico de visitas al cine, para ver películas nominadas al Oscar; una de ellas fue la basada en el libro Llámame por tu nombre, que posteriormente ganó por el mejor guión adaptado.

La película me impactó por la manera como estaba contada y mi apreciación fue confirmada cuando, al salir, el comentario de mi hijo fue directo: “al final es una historia de amor”.

La narrativa iba más allá de los personajes, de sus características, condiciones o género. Iba sobre el sentimiento. ¡Ése era el libro que buscaba!

Llámame por tu nombre fue la primera novela (en 2007) del autor norteamericano André Aciman, reconocido catedrático de literatura que anteriormente había escrito varios ensayos y un libro sobre sus memorias. Admirador y estudioso de Marcel Proust, no escapa a su influencia, pues en su relato, los olores y sabores se vuelven elementos fundamentales.

La trama se desarrolla durante un cálido verano de Italia, en un pueblo del cual desconocemos su nombre, pero que tiene las características de esa tierra. Describe cómo la familia de Elio recibe a Oliver como becario – seleccionado entre profesores jóvenes en proceso de publicación-  quien llega a compartir con ellos la vida despreocupada de la finca y del pueblo. Nos sumergimos en veladas compartidas con vecinos y viajeros, reuniones juveniles, paseos en bicicleta.

Conforme avancé en la lectura se hicieron presentes los escarceos amorosos, las fases del flirteo, las dudas de  ¿me hace caso o no?, toco la puerta o me paso de largo, hasta llegar al “¿Qué me pongo?”.

Algunas palabras interrumpían de pronto mi concentración, pero no lo suficiente  como para nublar las sensaciones que vivía con los personajes

Expresiones como: “No pares porque me muero”, “Llámame por tu nombre y yo te llamaré a ti por el mío” o un simple “Luego”; adquieren su sentido completo después de leer el libro. Son frases inolvidables que encierran sentimientos que conmueven, que a veces asfixian, pero que sin duda no matan.

Mientras Elio explora su sexualidad, nos enfrentamos a un personaje que nos muestra su mundo, siempre mediante su visión: sus dudas, sus sentires, su enamoramiento, su pasión; también nos descubre su vergüenza, coraje y remordimiento, para finalmente atraparnos en esa relación con Oliver.

Un Oliver que vamos descubriendo muy despacio, cuyos sentimientos siempre son descritos mediante la interpretación de Elio. Al finalizar el libro podemos redescubrirlo y vislumbramos la magnitud de su relación.

Los demás personajes están trazados de tal manera que no sólo acompañan, sino que también inciden en la historia. Mafalda y Manfredi como testigos irreverentes, Vimini como la vecina siempre presente,  Marcia como su deber ser;  unos papás carismáticos, llenos de vida que insistían en que su hijo participara de lo que sucedía a su alrededor y que no se sumiera en sus libros y en su música.

Es inolvidable el diálogo con su padre, incluso sorprende a Elio. Me quedo con frases como “…no sentir nada, por miedo a sentir algo, es un desperdicio.”  El padre le habla de los momentos preciosos que deben aprovecharse.

El libro va más allá de la película, para algunas personas puede ser un poco lento por como Elio nos comparte esas ideas que van dando tumbos, pero es precisamente ésa, la manera de convertirnos en sus compañeros, en sus confidentes, en sus cómplices.

La historia trasciende a los personajes y nos hace vibrar en nuestros recuerdos. Sin duda es una historia de amor.