Aunque el término “sostenibilidad” lo hemos visto asociado a cuestiones relacionadas con el medio ambiente, Idalia Caballero Garza, directora del Programa y Departamento de Nutrición de la Universidad de Monterrey, propuso ligarlo también a la alimentación.
La nutrióloga definió la alimentación sostenible como las prácticas que generan un impacto ambiental reducido y que contribuyen a la seguridad alimentaria y nutricional, además de que las generaciones actuales y futuras lleven una vida saludable.
Asimismo, protegen y respetan la biodiversidad y los ecosistemas; son culturalmente aceptables, accesibles y económicamente justas; nutricionalmente adecuadas, inocuas y saludables.
La definición cobra importancia en el marco del Día Mundial de la Alimentación, a celebrarse el próximo 16 de octubre, además de que en Nuevo León el mes de octubre se ha instituido como el mes “Del Hambre Cero Nuevo León”, esfuerzo interinstitucional en el que participa la Universidad de Monterrey y que tiene como objetivo ayudar a quienes sufren de pobreza alimentaria y concientizar en el no desperdicio de alimentos.
Por otra parte, es considerada dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, que enlista una serie de medidas para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y garantizar el bienestar global de las personas.
Caballero Garza explicó que la promoción de sistemas alimentarios sostenibles y hábitos dietéticos saludables es fundamental para reducir las emisiones y cumplir con los objetivos de mitigación del cambio climático, nutrición y salud establecidos.
“El sistema mundial de alimentos, que abarca la producción, consumo y desperdicio de alimentos, representa un porcentaje considerable en las emisiones de gases de efecto invernadero, el cual provoca el cambio climático y del medio ambiente: el cambio climático influye en los principales factores de la mala alimentación, el acceso a los alimentos, acceso a servicios sanitarios y salud ambiental.
“Ante la subida de los precios (por sequías), los consumidores podrían optar por adquirir alimentos menos nutritivos, pero ricos en calorías, o padecer hambre”, dijo.
Entre los principales beneficios de la alimentación sostenible, destacó que se puede mejorar la salud pública y los resultados nutricionales, la transición a dietas más nutritivas y diversas, que a la par reducen las emisiones de los gases del efecto invernadero.
También señaló una probable disminución de enfermedades no transmisibles, así como dietas con menos productos animales y tentempiés elaborados con más frutas, hortalizas y cereales.
La especialista recomendó que, para llevar una alimentación sostenible, hay que tomar en cuenta solo comprar lo que necesitas, revisar el etiquetado y tomar en cuenta las fechas de caducidad, usar lo que tienes, no servir demasiada comida, usar recipientes de plástico, compartir la comida extra y reutilizar los desechos tanto como sea posible.