Angélica Valle
Conocido como el “oro verde” el aguacate mexicano es el tercer producto que nuestro país exporta al mercado mundial, lo superan la cerveza y el tequila.
El monto por esa transacción en 2021 fue de 3 mil millones de dólares, de esa cifra 2 mil 778 millones de dólares llegaron de Estados Unidos.
Para los productores de aguacate existen dos fechas trascendentes para realizar la venta al vecino país, el 5 de mayo y durante el Súper Bowl, hasta el 12 de febrero se había exportado 135 mil toneladas del fruto para ese evento, cosechados y empacados en el estado de Michoacán.
Sin embargo, este año la expectativa de exportar 350 millones de dólares de aguacate en febrero estuvo a punto de caerse por una llamada telefónica.
Pero no fue una simple llamada, la recibió un inspector del Servicio de Inspección Sanitaria de Plantas y Animales (APHIS) del Departamento de Agricultura de Estados Unidos con el propósito de ser extorsionado por un grupo delictivo, situación que hasta hoy tiene detenida la exportación del “oro verde”.
Alfredo Ramírez Bedolla, gobernador michoacano tuvo que rifársela y sostener conversaciones con altas autoridades del vecino país, ahora las condiciones impuestas van, principalmente, orientadas a la seguridad del personal del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, para garantizar el libre tránsito, cosecha, empaque y exportación del producto michoacano con destino al país del norte, camino que a lo largo deberá contar con escolta a los camiones e instalación de puestos de control fijos y móviles para frenar la extorsión.
Por qué hablamos del tema hoy, porque simple y sencillamente más de 300 mil productores de aguacate corren el riesgo de perder sus cosechas, de que la tierra se deteriore más de lo que ya está y los grupos criminales sigan haciendo de Michoacán un estado sin ley.
Pero ese no es un tema que se toque en las conferencias de prensa del presidente, es peccata minuta, algo mínimo comparado con las “travesuras” del junior presidencial que ocupan casi todo el espacio.
No importa que se pierda la cosecha, muchos menos que los grupos criminales se apoderen de ésta y amedrenten a los inspectores estadounidenses.
Son aguacates, no pasa nada. Lo importante es informar el salario de los periodistas “golpeadores” de la administración federal.