Luego de permanecer en la Casa Santa Marta, elementos de la Guardia Suiza trasladaron el féretro hacia la Basílica de San Pedro, donde ese venerados por miles de fieles.
La procesión inició a las 09:00 hora local y duro 40 minutos, fue transmitida en vivo de la Plaza de Santa Marta, la plaza de los Protomártires Romanos y atravesó el Arco de las Campanas hasta salir a la plaza de San Pedro, donde posteriormente entró en la Basílica del Vaticno por la puerta central.
El féretro estaba precedido por, al menos, 60 cardenales presentes en Roma, mientras que cerraban la procesión las personas que más cerca estuvieron del pontífice, sus secretarios y sus asistentes.
Las cámaras lograron captar al cardenal camarlengo, Kevin Joseph Farrell, quien esparció agua bendita sobre el féretro con los restos mortales y después leyó: «Con gran conmoción acompañamos los restos de nuestro querido papa Francisco desde esta capilla a la basílica vaticana, donde ha ejercido su ministerio como obispo de la iglesia de Roma y apóstol de la iglesia universal».
Su ataúd fue llevado abierto y sin el tradicional catafalco, cómo dejó escrito Francisco, en la procesión y dejado, al ritmo del repique de las campanas de San Pedro, bajo el baldaquino del Altar de la Confesión. Allí el camarlengo presidió una Liturgia de la Palabra, tras la cual comenzó la visita pública de los fieles.