Por: Angélica Valle
Para muchas mujeres el amor hacia un hijo que no se ha llevado en el vientre puede ser mayor o idéntico a si lo hubiera gestado, a si lo hubiera parido, simple y sencillamente porque se vuelve la persona que lo alimenta, lo cuida y lo ama sin límite.
Durante el fin de semana Mariana Rodríguez Cantú, esposa del Gobernador de Nuevo León, recibió críticas por todos, buenas, malas, memes, y más por su “ocurrencia”: sacar por dos días a un pequeño de 9 meses del DIF Capullos, un niño con una discapacidad mental.
Para muchos Mariana primero que nada infringió la ley, segundo violó los derechos humanos del niño y tercero lo hizo por ser la primera dama y presidenta del DIF. Nada más.
Sin embargo, el hacer un lado todas esas acusaciones o pasos, ha dejado algo claro, que adoptar un hijo en Nuevo León lleva tanto tiempo y es tan burocrático que de algo va a servir la “ocurrencia” de Mariana.
Conozco parejas que, por el destino o mandato divino, por muchas razones, no pueden procrear un hijo propio, aún con tratamientos de fertilidad.
Y sabemos que en el DIF Capullos hay muchos pequeños que requieren el amor de un padre y una madre, de un hogar que les de la calidez de vivir en el seno de una familia, pero que por su propia voluntad no lo pueden lograr, solo tienen de su lado que la ley les permita ser adoptados por una pareja que haya pasado por miles de requisitos burocráticos.
Mariana no obró de mala fe, si con desconocimiento de los procesos o tal vez su intención fue precisamente eso, decirle a la sociedad que las leyes de adopción deben cambiar, ser ágiles, eficientes y decisivas para que a la más temprana edad un pequeño pueda ser adoptado.
Y eso es precisamente lo que este domingo anunció su esposo, Samuel García Sepúlveda, gobernador de Nuevo León.
Dejemos atrás las críticas malsanas, seamos constructivos, solo recordemos que adoptar un hijo es prodigar amor.
Amar a un ser humano como un hijo, por tanto, no requiere llevarlo en el vientre.