Monterrey, NL.- En los tiempos difíciles, de crisis, también florece con fuerza la cultura y el arte, como se demostró con la realización de la obra El Mercader de Venecia, una adaptación del clásico de William Shakespeare, realizada por el dramaturgo David Olguín, y forjada el año pasado en los momentos más difíciles de encierro por la pandemia del COVID-19.
La obra, dirigida por Emanuel Anguiano y producida por Teatro Nuevo León de CONARTE, se estrenó en noviembre del año pasado y ahora vuelve a escena con funciones presenciales el miércoles 21 y viernes 23 de abril a las 19:00 horas y el sábado 24 de abril a las 18:00 horas en la Gran Sala del Teatro de la Ciudad. Además, se trasmitirá el domingo 25 de abril a las 21:00 horas por Youtube / conartenl
“Estamos muy agradecidos de haber tenido esta oportunidad, porque dadas las circunstancias pandémicas, toda la producción teatral en el Estado y en el País se paró y me parece algo digno de reconocerse a CONARTE que haya apostado por continuar la producción de teatro de gran formato; es quizás una de las pocas producciones para la Gran Sala del Teatro de la Ciudad que se pudo realizar a pesar de las condiciones”, manifestó el director Emanuel Anguiano,
“Esto implicó un proceso de ensayos, que en un principio eran presenciales, porque empezamos en febrero del año pasado, pero con la pandemia decidimos continuar con este proceso de análisis del texto y construcción de los personajes con sesiones por video a través de ZOOM”, expresó.
“Esto obviamente implicó una adaptación a este formato, a esta dinámica de tener que vernos a través de una pantalla y los problemas de conexión que son habituales en este tipo de plataformas. Y fue hasta mediados del año pasado, con la reapertura de ciertos espacios que pudimos regresar, respetando las recomendaciones de sana distancia y los cuidados como el uso de cubreboca y gel antibacterial para poder empezar a trazar la obra en el espacio”, indicó.
“Y sí fue un proceso complicado, porque primero fue la adaptación a trabajar por ZOOM y después ya en el espacio, con las limitaciones de traer siempre las caretas, los cubrebocas y la distancia, cuando el teatro es un arte del contacto humano, de la presencia física y psicológica, que se construye a partir del otro,
entonces se vuelve muy complicado. Pero fue un reto que se asumió y finalmente el resultado estuvo, el año pasado presentamos el trabajo”, apuntó.
El Mercader de Venecia con ajustes para potenciarlo
Ahora para esta reposición, -dijo- y después de una sesión de retroalimentación con el Consejo de Teatro Nuevo León y de un proceso de autorreflexión del equipo, Carmen Alonso, como productora y de su servidor, como director del montaje, decidimos implementar una serie de ajustes, y con la ventaja de la perspectiva de lo realizado, el proyecto crece y ahora tenemos la oportunidad de volver a presentarlo.
En el plano conceptual – explicó- estamos acentuando los elementos de la intolerancia y la desigualdad que se exploran en la obra a través de un sistema escénico que subraye las separaciones entre los personajes.
“Acentúa el aislamiento y la oposición entre los personajes, también estamos identificando algunos elementos de la escenografía, y en la cuestión de la iluminación, queremos revestir todo el espacio, identificar un diseño lumínico, que sea mucho más estético en el aspecto cromático”, señaló.
“Hay un contraste en la obra que tiene que ver con los grupos de personajes: están los cristianos contra los judíos, los hombres contra las mujeres, que no pueden acceder al mundo dominado por los hombres en este universo, y a nivel espacio estamos definiendo más áreas donde suceden las escenas, esto le da a la obra una estética muchos más específica y creo que abonará más a que este discurso se traduzca en el escenario”, expresó.
Una obra universal, vigente y valiosa
Creo que es una obra muy valiosa, – afirmó-, porque además de que es una de las obras más famosas y polémicas de Shakespeare, es terriblemente vigente por los temas que toca; por un lado está la indolencia y por otro la desigualdad, esos son los del ejes temáticos sobre los cuales construimos este montaje.
A través de estos ejes temáticos- señaló-, la historia se vuelve muy presente, los personajes ahora son intolerantes, tienen una desigualdad económica y social y es un problema que repercute en su vida, al grado que la pregunta en encierra el concepto del montaje es ¿cuánto vale una persona?
La obra plantea esto,- expresó- habla de que un personaje quiere cobrar la vida al otro, quiere cobrar una deuda con una libra de carne humana y en ese sentido, este odio, esta venganza llevada al extremo es perfectamente entendible, dadas muchas de las situaciones que vivimos en el presente, la intolerancia, la desigualdad, la violencia, esa es la apuesta y creemos que con este discurso podemos conectar con el espectador.
Sinopsis
Una de las más famosas y polémicas obras de William Shakespeare, también una de las más representadas en la dramaturgia del autor isabelino. Considerada por el ensayista Harold Bloom como una comedia equívoca, aquí es llevada al escenario a partir de la magnífica traducción y adaptación del maestro David Olguín.
El Mercader de Venecia se estructura en torno a una doble trama, entrelazando un mundo idílico representado por Porcia -una dama noble obligada a contraer nupcias a partir de un peculiar protocolo- y el mundo despiadado de los negocios y usuras, cargado de intolerancia y discriminación.
La anécdota es bien conocida: Shylock, un judío constantemente humillado y agredido por su condición de extranjero y usurero, accede a prestar 3,000 ducados al mercader Antonio, su enemigo y principal victimario.
La condición es simple: si Antonio incumple el pago de los ducados en el plazo convenido, deberá ceder una libra de carne de su cuerpo, cortada y extraída por el propio Shylock.
Por su parte, Porcia se nos revela como uno de los personajes femeninos más ricos y complejos en la dramaturgia shakesperiana.
Es a través de su mirada, sus acciones y decisiones que descubrimos un mundo en el que impera el odio y el rechazo a todo lo que es diferente, un mundo que lamentablemente sigue vigente y por lo cual podemos decir, parafraseando al gran ensayista polaco Jan Kott: “Shakespeare es nuestro contemporáneo”.
La obra es además una revisión desencantada y agridulce del amor idílico, a fin de cuentas, una comedia con tintes trágicos, pero principalmente un duro comentario sobre la intolerancia y la desigualdad en el mundo.
En estos tiempos de confinamiento, el miedo al contagio se traduce en un miedo al otro. Un miedo que inhibe cualquier posibilidad de empatía.