Monterrey, Nuevo León, 11 de abril de 2019.- Sacar a la Orquesta Sinfónica de la UANL de su sala de concierto para tocar en otro espacio es un desafío tremendo, no solo por trasladar instrumentos de grandes proporciones, también para lograr la mejor acústica posible.
De lo anterior es consciente Eduardo Diazmuñoz, director general y artístico del ensamble universitario, por eso llegó unos minutos antes al recital que se ofreció esta mañana en la Facultad de Ciencias Químicas para revisar el sonido; la batuta estuvo a cargo del maestro Claudio Tarris.
Todo el esfuerzo que hicieron hoy músicos, equipo de audio y logística de la OSUANL valió la pena: los estudiantes que escucharon el programa previsto se mostraron orgullosos del ensamble, aplaudieron mucho y hasta cantaron.
Fue una genuina comunión, una mañana en la que para muchos fue la primera vez en escuchar la música orquestal.
Paola Franco, Diana Macías, Alberto Rodríguez y Melba Espinosa debían estar en el Laboratorio de Microbiología Sanitaria, pero con celular en mano disfrutaban del recital que por primera vez ofrecía la Orquesta Sinfónica en la Facultad de Ciencias Químicas.
“Desde el laboratorio se escuchaba, mejor nos salimos a disfrutarlo; nunca habíamos visto a la orquesta y sí, se nos puso la piel chinita, estuvo muy padre el concierto”, dice emocionada Paola Franco.
Alberto Rodríguez fue atento a todo. A la ejecución de los instrumentistas, del acomodo por secciones de los músicos, del audio; y enfatizó en lo amena que fue la participación del maestro Claudio Tarris con la audiencia, conformada en su mayoría por estudiantes.
Para Paola y Alberto, estudiantes de séptimo semestre de la licenciatura de Químico Farmacéutico Biólogo, las canciones que más disfrutaron fueron “We are the champions” y “Bohemian Rhapsody”, de Freddie Mercury, piezas que para su ejecución tuvieron arreglos de Jonathan Salas Ocañas.
En cambio, a Diana Macías le gustó mucho más la “Suite de El Cascanueces”, de Tchaikovski. Una pieza clásica por excelencia.
El programa se complementó con “En las estepas del Asia Central”, de Aleksandr Borodin; “Noche en la árida montaña”, de Modest Mussorgsky; y “Game of Thrones”, de Ramin Djawadi (esta última pieza también con arreglos de Jonathan Salas Ocañas).
Deja la batuta y opera el sonido
Fueron dos conciertos en esta semana que ofreció la OSUANL fuera del Teatro Universitario. En la Preparatoria Técnica “Pablo Livas” fue el miércoles 10 de abril y en la Facultad de Ciencias Químicas; en el primero no se logró la acústica que se pudo apreciar hoy debido a las distintas condiciones de cada espacio.
“Llegué hoy con tiempo para trabajar con Óscar, el ingeniero de sonido, porque para ser sincero, en el concierto de ayer no me gustó como sonó y si tengo experiencia en el asunto de electrónica y en grabaciones, tenía que poner mi granito de arena”, explica el maestro Eduardo Diazmuñoz.
Agrega el director que teniendo la sonorización como se logró en la FCQ se percibe de mejor manera la calidad de la ejecución de la orquesta, “si (el recital) lo hiciéramos sin refuerzo sonoro, no hubiera sido lo mismo; y de hecho de ayer a hoy la diferencia en cuanto a la calidad fue notable”.
Para la mayoría de los asistentes, fue la primera vez que escucharon al ensamble y para Diazmuñoz esto es extraordinario.
“Por eso venimos a hacer esto, porque los queremos cautivar, los queremos invitar, los queremos persuadir y que escuchen que la música sinfónica es algo que debe ser parte integral de su vida; y qué mejor que hacer esa combinación de rock con una versión sinfónica, es algo que -como lo podemos demostrar- los hace cantar”, agrega el maestro, quien trabajó con el grupo mexicano Tri, liderado por Alex Lora.
Estos recitales son posibles gracias al programa Vive el arte en tu escuela, que emana de la Secretaría de Extensión y Cultura, encabezada por Celso José Garza Acuña; en tan solo dos días, la OSUANL pudo llegar a cerca de 2 mil estudiantes.
“Toda mi vida, desde que era joven, he pensado que los conciertos didácticos son fundamentales no solo para dar cultura, esparcimiento o educación, sino para jalar nuevos adeptos, que vean que la música sinfónica no es tan aburrida como pensaban o como se los habían pintado; qué maravilla que lo estemos haciendo, nada más refuerza mi convicción de que lo tenemos que hacer”, concluye.