El gobierno de Texas ha instalado una tercera barrera de alambre de púas en el río Bravo, lo que ha provocado críticas por parte del gobierno mexicano y activistas.

Estas barreras, implementadas bajo la administración del gobernador Greg Abbott, son vistas como «inhumanas» y peligrosas para los migrantes, especialmente los más vulnerables como niños, que intentan cruzar la frontera.

El pastor Francisco González y otros activistas denunciaron que estas medidas han causado heridas y muertes, y solo sirven para empujar a los migrantes hacia rutas más peligrosas controladas por el crimen organizado.

A pesar de las tensiones diplomáticas y las órdenes judiciales, Texas continúa con la implementación de estas barreras.

El pastor González y Juan Carlos López Morales, vocero de la Diócesis de Ciudad Juárez, recalcaron que estas medidas no disuaden a los migrantes, sino que complican aún más su travesía, incrementando el riesgo y facilitando el negocio de los traficantes de personas.