Otra alza de 75 puntos base a la tasa de referencia aplicó el Banco de México para alcanzar 8.50 por ciento, el nivel máximo alcanzado desde 2008.
Banxico explicó que el alza obedece a las presiones inflacionarias acumuladas derivadas de la pandemia y del conflicto bélico.
Entre los riesgos al alza para la inflación, Banxico destacó la persistencia de la inflación subyacente en niveles elevados; presiones inflacionarias externas derivadas de la pandemia; que continúen las presiones en los precios agropecuarios y energéticos por el conflicto geopolítico Rusia-Ucrania; depreciación cambiaria; y presiones de costos.
La tasa establecida por el banco central es la referencia para otros bancos e instituciones financieras para determinar el costo de los créditos.
De este modo, al subir la tasa como parte de su política monetaria, Banxico -como otros bancos centrales- busca el mismo efecto en las demás tasas de créditos del mercado, con lo que se «encarece el dinero» y, en teoría, se desincentiva la demanda o el consumo, lo que ocasionaría que los precios de los bienes y servicios bajen.
Con la inflación en México sin ceder y ubicándose en 8.15 por ciento anual durante julio, su mayor cifra en 21 años y siete meses, Banxico ha determinado continuar con los aumentos de su tasa de referencia. Sin embargo, si el consumo baja, a la vez existe el riesgo de que la actividad económica se deprima.
La decisión fue unánime por parte de la gobernadora y los subgobernadores del Banco de México.
El 23 de junio pasado, el banco central del País ya había subido su tasa en 75 puntos base, el mayor aumento desde 2008, y con ello la dejó en 7.75 por ciento.
La última vez que la tasa de Banxico estuvo por encima de 8 por ciento fue en diciembre de 2018, cuando la subió a 8.25 por ciento. Para encontrar un nivel similar antes de eso habría que remitirse al periodo entre agosto y noviembre de 2008, cuando también estuvo en 8.25 por ciento.