San Pedro Garza García, Nuevo León.- En busca de ganarse cada vez más su independencia, ayudando a vecinos de comunidades e, incluso, inspirando y animando a sus compañeras y compañeros sin discapacidad, estudiantes del Programa de Inclusión Social y Educativa (PISYE) de la Universidad de Monterrey pusieron en práctica el aprendizaje en el servicio a través del programa de Misiones UDEM.
El año pasado, por primera vez, tres jóvenes con discapacidad intelectual participaron en Misiones Nacionales, organizadas por el Departamento de Espiritualidad Universitaria para el Servicio (DEUS) de la UDEM, una estancia de siete días en cada ocasión durante los periodos litúrgicos de Semana Santa y Adviento, conviviendo con estudiantes de diferentes programas académicos de esta casa de estudios.
Se trata de los alumnos Alan Darien Pérez Martínez, de octavo semestre del programa universitario, pionero en marzo, en la comunidad de Estación Madero, en Parras, Coahuila, y también participante en diciembre, en Linares; y Humberto Emiliano Hernández Cervantes y Rodrigo Nacif Ruiz, ambos de quinto semestre, quienes colaboraron en Linares, durante el Adviento.
El programa de Misiones UDEM busca formar personas con un enfoque espiritual y de responsabilidad social a través de la participación en diferentes proyectos, en donde tienen un encuentro con otros jóvenes universitarios y con familias de distintas comunidades rurales y urbanas.
El Programa de Inclusión Social y Educativa, pionero en México con más de veinte años, brinda a los jóvenes con discapacidad intelectual la oportunidad de continuar su desarrollo formativo y académico y ser más independientes, en un ambiente de convivencia universitaria, donde pueden participar en las diferentes actividades que conforman el Modelo Formativo de la UDEM.
“HACÍA REÍR A MIS COMPAÑERAS, LES ELEVABA LA AUTOESTIMA”
Alan Darien, el primero en participar, en marzo de 2019, comentó que, en su primera salida, se sintió nervioso al llegar y bajar del camión, por lo que tuvo que hacer un esfuerzo para relajarse y abrirse a esa experiencia: “dejar a mi mamá a un lado y meterme a otra cosa que a mí me gustara”, y después le agradó mucho estar con sus compañeras y compañeros.
“En el segundo viaje, me sentí bastante diferente, tuve que ser muy abierto en muchas cosas, preocuparme de lo que pasara y apoyar a mis compañeras en lo que fuera, les prestaba de todo; me dio alegría hacerlas reír a ellas y a mi compañero, les elevaba la autoestima para que se alegraran al otro día”, relató.
Rodrigo, quien viajó en el periodo de Adviento, manifestó su deseo de repetir la experiencia: “me encantaría hacerlo otra vez más”, porque le gusta hablar y jugar con las niñas y los niños, además de que les enseñó a dibujar y a hacer arreglos para la decoración de la parroquia.
“Me gustó conversar con las familias, con las señoras; otra cosa que me gustó es ayudar a mi equipo”, indicó.
Emiliano, también participante en la etapa de Adviento, mencionó su gusto por enseñar el catecismo a niñas y niños, así como jugar con ellos, porque se identifica con “su risa, su alegría y que todo el día están activos”.
“Me llevé muy bien con mis compañeros, me llevé bien con mi ‘frate’ (fraternidad), hacíamos visiteo; además, a mis papás les gustó mucho”, expresó.
“SON PARTE DE LA COMUNIDAD UDEM”
Benjamín García Chaires, director del DEUS, indicó que esta iniciativa recupera el reconocimiento de quienes estudian en el programa de inclusión como parte de la comunidad UDEM.
“Ya tenemos muchos años de experiencia realizando los proyectos misioneros, en donde participan estudiantes de cualquier carrera universitaria, tanto en proyectos nacionales como internacionales; entonces, al ser los muchachos del PISYE miembros de la comunidad, se vio la manera de que también pudieran tener la oportunidad de participar”, expuso.
El directivo afirmó que no es posible hacer una distinción entre estudiantes, por lo que hombres, mujeres, de primero o de último semestre, deben ser incluidos en cualquier comunidad, porque “el pueblo de Dios está integrado por todo ser humano”.
“Al tener en la comunidad a estos muchachos con alguna discapacidad, no son personas que tengamos que excluir: el recibirlos, para nosotros, es responder a la apertura del Evangelio, que nos permite considerar a ese Dios que tiene una mirada amorosa para todos sus hijos”, señaló.
García Chaires manifestó la disponibilidad del DEUS para que las y los alumnos del programa educativo continúen participando en los diversos programas de misiones, con el apoyo del PISYE para la selección interna de estudiantes, de acuerdo con sus perfiles.
“Ellos son los especialistas para decidir, dada la naturaleza de este proyecto, si es factible que algunos estudiantes se desprendan de su círculo familiar, viajen a otra ciudad sin su familia, pero con una comunidad de estudiantes y formadores, que no tengan problema en transitar por terracerías, poder dormir a nivel del piso o tener actividades diversas con niños y la comunidad en general”, explicó.
Paola Dantés Rodríguez, directora del PISYE, señaló que la intención con este programa es que las y los jóvenes puedan tener la oportunidad de vivir todas las experiencias que se brindan en la Universidad; además de que tienen la expectativa de poder agregar a la primera alumna durante el próximo periodo de Semana Santa.
“Se hace una selección de los alumnos, porque, primero, el joven tiene que querer hacerlo con todo lo que implica, tienen que quedarse un día a la semana por las tardes, ir a retiros y vivir la experiencia como el resto de los misioneros, no hacemos excepción de nada; lo único que hacemos es orientar a los papás, porque muchos jóvenes no han tenido una experiencia de salir de viaje solos”, explicó.
La directiva señaló que, aunque se buscará repetir la experiencia cada semestre, no lo considerarán como un evento obligatorio, porque depende de la disponibilidad de las y los alumnos: “si en algún semestre no se identifica a algún alumno que quiera ir, no es forzoso que se tenga que cubrir”, tal como se hace con otras actividades, como los torneos de futbol o el intercolegial de baile.
Marcela Quiroga, responsable de las Misiones Nacionales, quien participó como formadora en el caso de Alan, comentó que esta experiencia superó las expectativas, tanto personales como de los equipos del DEUS y del PISYE.
“Es una ventaja también tenerlos dentro de la clase, porque ellos se van integrando, van aprendiendo, viendo lo que es la misión; Alan participó en toda la formación, en retiros, y realmente aporta la chispa a lo que es la integración, la alegría, el deseo de servir”, expresó.
Agregó que la discapacidad de cada uno no impidió el poder ir con una persona que no conocían, tocarle la puerta y hablarles de la misión; hacían la celebración de la palabra, tenían su turno para leer o hacían las actividades con los niños.
“Lo padre fue que, con su mismo testimonio y actitud, ellos lo reflejaban; realmente, ha sido una alegría diferente, y ellos también crecen como personas”, indicó.
Quiroga aclaró que tampoco hubo una respuesta “especial” hacia los alumnos con discapacidad por parte de la comunidad beneficiada, ya que así se lo había propuesto el Departamento: que el trato fuera igual que el resto de los voluntarios, “que no se notara”.
“Se desempeñaron como una persona más de las fraternidades, por la misma idea del programa de inclusión; desde un principio nos lo propusimos y se logró: en ninguna comunidad tuvimos el comentario (de identificarlos), y tampoco tenían ninguna preferencia”, subrayó.
Fausto Casas, coordinador Académico del PISYE, quien también acompañó el proceso en las dos ocasiones, explicó que lo que ofrece la Universidad con la experiencia de Misiones es realmente el servicio.
“Estos chicos tienen que ir con esa mentalidad: ya no son ellos quienes van a recibir un apoyo, sino al revés, tienen ellos que servir, levantarse temprano, talvez privarse de algunas comodidades y cumplir con las actividades propias de la misión”, indicó.
“Aquí se ven beneficiados tanto los alumnos (con discapacidad) como la familia, porque fue el primer momento para muchos en que no dormían o comían en su casa; es de agradecer la confianza de las familias al decidir que se fueran”, apuntó.