San Pedro Garza García.- Por su entrega, calidad y compromiso en su labor de enseñanza universitaria, cuatro de las y los mejores docentes de la Universidad de Monterrey recibieron su nombramiento como Profesores Eméritos.
Los profesores fueron Antonia Chiappini Ridolfi, de la Vicerrectoría de Arte, Arquitectura y Diseño; María Yolanda Miranda Oláguez, de la Escuela de Negocios; Álvaro Ariel Guadiana Alcorta, de la Escuela de Educación y Humanidades; y Lucila López López, de la Prepa UDEM Unidad Valle Alto.
La ceremonia de entrega se realizó la noche del miércoles, en las Salas 11 y 12 de Educación Continua, en el Estoa, y fue presidida por Carlos García González, vicerrector de Arte, Arquitectura y Diseño; Carlos Basurto Meza, vicerrector de Educación Superior; Susana Cuilty Siller, vicerrectora de Educación Media Superior; y Eduardo García Luna Martínez, vicerrector de Ciencias de la Salud.
En el marco de los festejos del 50 aniversario de la fundación de la UDEM, las y los maestros distinguidos recibieron el nombramiento con base en la evaluación de su trayectoria, desempeño y trascendencia durante los años de servicio docente, a cargo de un comité.
Al festejo asistieron la planta de maestros de los niveles de profesional, preparatoria y posgrado, así como directivos y amigos de esta casa de estudios.
Después de recibir el reconocimiento a nombre de Álvaro Guadiana Alcorta, Lucía Peña, su esposa, habló sobre su pasión por la enseñanza y su convicción de que ser maestro es llevar a las personas al autodescubrimiento y que es la oportunidad de ser un espectador participante.
“(Guadiana Alcorta) cree que todo se necesita renovar, que como maestro uno tiene su propia vida para hacer propuestas; que, desde su experiencia, sus anécdotas de vida, pudo hacer alguna aportación para los cambios; que el proceso educativo te va llevando de la dependencia total hacia la independencia, hacia la libertad de pensamiento, hacia el autodescubrimiento”, estableció.
Para quien fuera director de Radio UDEM, la enseñanza es un proceso de proponer que la gente sea quien es, porque no hay dos caminos iguales.
“Descubrió muy pronto, desde la Normal, que dedicarse a la docencia tiene que ver con generar ambientes que les permitan ser ellos mismos, y cuando la gente se descubre siendo ellos, viendo sus lados positivos, tiene que ver con descubrir quién es cada uno y cuál es la relación con el otro”, expuso.
Lucía Peña comentó la forma en que, como familia, se han encontrado con antiguos alumnos o alumnas de Guadiana Alcorta, quienes comentan lo que hubo cambiado en ellos.
“(Guadiana Alcorta) viene de una familia de maestros que considera que se prepara a los muchachos para la vida y no solo para entender una teoría; es alguien que cree que el aprendizaje va más allá de su espacio natural: el aula, y lo ha trasladado al espacio abierto: a los pasillos, a la cafetería y a la radio”, mencionó.
Miranda Oláguez, por su parte, afirmó que la Universidad de Monterrey fue para ella un segundo hogar, ya que en esta casa de estudios creció mucho profesional y personalmente.
Aunque actualmente es directiva en la iniciativa privada, inició su relación con la UDEM desde muy joven y le tocó vivir diferentes etapas, cuando la institución se asentaba en instalaciones rentadas, hasta que en 1985 se trasladaron al campus actual, aunque solo se contaba con los edificios de aulas.
“Algo que me tocó ver es cuando mi esposo era el director de la División y le encargaron ver las necesidades de la Universidad, así que yo estuve muy cerca a esa planeación de la UDEM; me parecía increíble, pensaba que jamás la iba a ver realizada”, comentó.
Poco a poco, fueron viendo ese crecimiento y fue en 1987 cuando vio hecho realidad lo que veía en el papel: “las oficinas de maestros fueron tal y como me tocó verlas plasmadas, el Centro para la Comunidad Universitaria, la Biblioteca, todo se hizo realidad”.
“La verdad es que nunca vamos a encontrar un trabajo fuera, en las empresas, como el que nos encontramos nosotros de maestros: son las vivencias irrepetibles, cada alumno, cada grupo, cada generación; con ellos aprendí mucho, creo que recibí más de lo que di”, indicó.
Chiappini Ridolfi agradeció y reconoció a la UDEM como su “gran familia”, de quien recibió numerosas satisfacciones.
“Agradezco a mi esposo, a mi hija, a los compañeros que tuve en la UDEM, desde los rectores hasta los directivos; este reconocimiento es lo máximo que me puede dar la UDEM”, apuntó.
López López, por último, recordó muchos momentos que vivió como profesora, desde la colocación de la primera piedra del campus, “desde entonces la UDEM y yo hemos crecido juntos, hemos visto pasar los años, hemos sido parte de la transformación de miles de jóvenes que ahora se han convertido en excelentes personas”.
“También hemos padecido innumerables cambios: estructurales, de programas, de horarios, pero gracias a esos cambios la UDEM ha evolucionado y yo, gracias a todo eso, también pude evolucionar como persona, como profesionista”, afirmó.
La catedrática enfatizó que de quienes más aprendió fue de los propios alumnos: “cada vez que los veía cuando estaba en clase, sus ojos me decían si iba bien o mal, si tenía que cambiar de metodología o continuaba, sus ojos me decían: sí entendí o no entendí”.
“Confío en que esta Universidad siga respondiendo a las necesidades de cada época, como lo ha hecho durante todo este tiempo, y que nunca pierda sus principios humanísticos, aquellos que soñaron sus fundadores y que hoy son urgentes para nuestra sociedad”, manifestó.