Un recurso común que muchos estrategas de comunicación aplican durante el proceso de una crisis de comunicación suele ser un mensaje distractor, algo que desvía la atención del núcleo de la crisis y permite salir de los potentes reflectores de los medios de comunicación.
Si bien es cierto que esa estrategia suele funcionar, es de suma importancia saber hasta dónde puede impactar -positiva o negativamente- y sobre todo visionar si no viene de regreso como un búmeran.
En ese sentido el mensaje debe estar muy bien elaborado, pensado, repasado y no caer en el exabrupto cuando se emite, sobre todo si lo que se busca es acabar con la crisis y no provocar otra.
Tal parece que, al buscar un distractor contra los ataques a su primogénito, el presidente López Obrador no lo pensó dos veces y sin rebuscar en su extensa memoria se acordó de industriales españoles considerados “rateros” y “conquistadores”.
¡Ay! Hasta mí me dolió. Porque tal parece que el mensaje se emitió con tal ligereza y quizá hasta sin meditar, sin razonar en cómo le caería a nuestros queridos amigos ibéricos.
Sigo sin comprender a qué venía el comentario, por qué se da en el contexto de una conferencia de prensa donde el tema era otro… la riqueza de su primogénito y los contratos de su esposa con una empresa norteamericana.
Pero cierto es que nada duele más a un padre que injurien a sus hijos, nada cala más hondo que se hable de deshonor y corrupción cuando desde hace décadas el discurso de ese padre es contra esas dos acciones. ¡Vaya qué duele!
Sin embargo, la figura presidencial no puede emitir mensajes distractores a la ligera, mucho menos cuando de cuestiones diplomáticas se trata y, luego, querer retractarse al decir que era una charla informal con los reporteros… ¡Qué inocencia!
Ahora hay dos crisis de comunicación por acallar, quizá sí bajo el nivel de las críticas al junior López, sin embargo, el tema seguirá, pero a la vez, la Madre Patria, también se resintió y la flama se aviva ante la insistencia de que los inversionistas españoles solo vinieron a robar a México.
Recuerde, para acallar una crisis no busque distractores, ocúpese de apagar las llamas, o terminará cayendo en ellas.