La liberación de Julian Assange, fundador de WikiLeaks, ha desencadenado una ola de reacciones positivas entre presidentes y líderes de izquierda a nivel global, quienes han expresado su alegría y condena por el tiempo que pasó tras las rejas.
El presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, fue uno de los primeros en celebrar la noticia, destacando que «la Estatua de la Libertad no quedó como un símbolo vacío; está viva y contenta como millones en el mundo». Recordó su propuesta anterior de trasladar la Estatua de la Libertad a México como un gesto simbólico de mayor libertad de expresión.
Desde Cuba, el presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez señaló que el encarcelamiento prolongado de Assange fue un atentado contra la libertad de prensa, mientras que Nicolás Maduro de Venezuela lo describió como un «ejemplo de coraje y valentía en la batalla por la verdad».
En Colombia, el presidente Gustavo Petro afirmó que «la prisión eterna de Assange y su tortura era un atentado contra la libertad de prensa a escala global», subrayando su papel en la denuncia de crímenes de guerra en Irak.
El expresidente boliviano, Evo Morales, celebró la libertad de Assange como un paso hacia la paz y la justicia, resaltando su papel en exponer las mentiras que justifican conflictos internacionales.
El primer ministro australiano, Anthony Albanese, expresó el deseo de ver a Assange de regreso en Australia, destacando que su encarcelamiento no trajo ningún beneficio.
Julian Assange, tras haber pasado 1,901 días en la prisión de alta seguridad de Belmarsh en el Reino Unido, abandonó el país con destino a Australia, donde comparecerá ante un tribunal para finalizar un acuerdo judicial con el Departamento de Justicia de Estados Unidos. Este acuerdo pone fin a las acusaciones por violar la Ley de Espionaje estadounidense, relacionadas con filtraciones de información clasificada en 2010.