La bailarina de Auschwitz

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Por Luz Aurora Fierro

Me avisan que el 24 de diciembre es mi siguiente colaboración. La fecha retumba en mi interior, impone. Ya había decidido sobre qué libro comentar, pero me pregunto si será “adecuado” para estos días.

No creo que deba escribir de acuerdo a festejos y temporadas. No me lo están pidiendo así, sólo es un intento de autocensura.

Después de pensarlo un par de días, resuelvo que estas fechas mueven a la reflexión y este libro así lo hace. También sé que si bien para muchos la Navidad es motivo de felicidad, para otros implica sacar el paraguas y hacer frente a una llovizna o tormenta (según sea el caso) de melancolía. Así que decido continuar con mi propuesta.

La bailarina de Auschwitz tiene por título en inglés The Choice: embrace the possible, (nombre que a mi parecer refleja de manera más precisa, el asunto que se relata).

Al leer el texto de Eger sentí que estaba frente a dos libros que se iban relacionando, donde uno va completando los detalles del otro.

El primer texto es el relato de su vida, contado por la autora de noventa años Edith Eger, “Editke”, joven judía de origen húngaro que es deportada con su familia al campo de concentración.  El otro es su búsqueda personal para encontrar el sentido de su vida y ayudar a otras personas a superar sus adversidades.

Inicia con una historia reciente, donde conocemos las reflexiones de la autora mientras trata a un paciente: Jason, quien está completamente bloqueado y es renuente a comunicarse.

De pronto salimos de esa habitación segura para seguir las vivencias de una familia judía, durante la segunda guerra mundial.

La protagonista relata en primera persona la historia de sus seres queridos y la suya propia. Nos explica lo que sucede con cada uno de los integrantes: sus padres, sus abuelos, sus hermanas Magda y Klara. También conocemos a su novio Erik, eternamente presente.

La constante es la toma de decisiones, a veces para enfrentar los sucesos, otras, como medio de supervivencia.

Aguardamos expectantes cómo es que se salvará o en qué condiciones. Es la única certeza que tenemos. Sin embargo, conforme nos adentramos en su historia, parecemos nuevos en el tema y estamos a punto de dudar que realmente haya pasado por todo eso y que aun así, sea una persona “normal”.

La bailarina de Auschwitz nos enfrenta con nuestros temores y nos va conduciendo hacia un camino que no esperábamos, que a más de uno puede tomar por sorpresa.

¿Qué sucede al día siguiente de la liberación? ¿Cómo enfrentar lo cotidiano después de vivir con el miedo agazapado, con el hambre constante, con la esperanza rota una y otra vez?

Ahí es donde se suceden los enfrentamientos, las soluciones parchadas ante los problemas, la elección entre guardar los recuerdos como si pudieran borrarse o sufrir las consecuencias al enfrentarlos.

Edith se aferra a la frase que su madre le dice cuando se dirigen a Auschwitz: “No sabemos a dónde vamos, no sabemos qué va a pasar, pero nadie puede quitarte lo que pones en tu mente”.

Continúa su relato con los detalles de lo que sucede después de la guerra, los pormenores sobre su compañero de vida Béla y la historia de su relación, su familia y todos aquellos personajes que la fortalecen y la cuestionan.

Entre ellos es fundamental el escritor Viktor Frankl a quien conoce mediante su libro El hombre en busca de sentido y que se convierte posteriormente en su mentor.

De pronto, sin aviso, esta sobreviviente nos plantea situaciones donde somos víctimas, donde preferimos ahogarnos con los recuerdos en lugar de enfrentarlos; nos remite a aquellos momentos cuando la culpa y la expresión del “hubiera” afectan nuestras decisiones y coartan nuestra libertad.

Eger nos explica su proceso para superar estas situaciones y nos invita a participar en él.

La bailarina de Auschwitz pasa de ser una estrujante anécdota a una percepción real, que nos enfrenta a nuestros sentimientos.

“-No puedes cambiar lo sucedido, no puedes cambiar lo que hiciste o lo que te hicieron. Pero puedes decidir cómo vivir ahora…puedes decidir ser libre.-” Finaliza Edith Eger una plática y su texto.

Hay momentos para cada lector, donde los libros trascienden el mero relato. Éste puede ser el caso, donde sea momento de cambiar la coreografía de nuestro baile, sin embargo para otros pasará de lado. Es una decisión personal.

No es un manual, no es sobre autoayuda aunque aparece etiquetada de esa manera.

La bailarina de Auschwitz nos presenta una manera de percibir la vida. Nos invita a descubrir qué es lo que podemos hacer. Nos remite a un proceso de perdón y, a su manera, nos habla de esperanza y de amor.

Edith Eger. La bailarina de Auschwitz. Planeta, México, 2018. 416 p.