Dicen que para todos sale el sol, la realidad es que algunos ni siquiera pueden apreciarlo en su plenitud, no podrán sentir ese calor que da esperanza, tal es el caso de un pequeño de apenas 5 años de edad que sufría a diario los maltratos de sus mismos padres.
Esta historia ocurrió en Atizapán de Zaragoza, en el Estado de México, los vecinos escuchaban a diario los llantos y sollozos del pequeño, ya cansados del abuso, lo denunciaron a las autoridades.
Eduardo nunca jugó con otros niños, nunca ha saboreado un dulce, nunca ha sonreído y la inocencia de su infancia le fue arrebatada por quienes debieron ser un pilar en su vida, los que debieron ser sus guardianes y protectores fueron sus castigadores.
A sus cinco años, el pequeño Eduardo enfrentó la tortura, fue encadenado de sus pies a un tubo de un lavadero, desde ahí su vida pasaba sin ninguna luz de esperanza. Entre los desperdicios, los días pasaban y nadie acudía a salvarlo, hasta hoy.
Después de la denuncia interpuesta por los vecinos, las autoridades acudieron para rescatarlo del castigo que le impusieron sus mismos padres. Con visibles señales de maltrato, desnutrición y violencia fue trasladado a las instalaciones del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de las Familias, para empezar a escribir otra historia para el pequeño Eduardo.
Las autoridades iniciarán una investigación para determinar la responsabilidad de los que se dicen sus padres, el castigo de la justicia de los hombres llegará tarde o temprano para ellos, pero para Eduardo inicia otro camino, ahora, con la esperanza de que no sea maltratado. Le toca esperar en un albergue del Estado de México donde por lo pronto estará a salvo y esperará que puedan localizar a otros familiares que puedan cuidar de él.