El campamento que desde el pasado 9 de septiembre se extendió en Río Grande, Texas; y Ciudad Acuña, Coahuila, dejó de existir la tarde de ayer al no conseguir ingresar a Estados Unidos y tras un acuerdo con autoridades mexicanas que los reubicarán en un albergue y les ayudarán a regularizar su estatus migratorio.
En un operativo conjunto entre autoridades norteamericanas y del Instituto Nacional de Migración, se concretó el desalojo masivo de los migrantes haitianos que por casi dos semanas estuvieron viviendo bajo el puente internacional.
El número llegó a su punto máximo el sábado, cuando los migrantes, empujados por la confusión sobre las políticas del gobierno de Biden y la desinformación en las redes sociales, convergieron en el paso fronterizo tratando de pedir asilo en Estados Unidos. Muchos enfrentaban la posibilidad de ser expulsados a su país de origen.
Se estima que, en algún punto, llegaron ser cerca de 30,000 personas sin papeles quienes se quedaron esperando para cumplir el “sueño americano”, estos fueron trasladados poco a poco de regreso a Puerto Príncipe, capital haitiana. Solamente el viernes fueron trasladados 2000 en 17 vuelos.
La caravana migrante es una clara muestra de la crisis que vive Haití desde hace unos meses, reportes de ataques violentos, revueltas y constante delincuencia son comunes en los medios, además del asesinato de su presidente a manos de un grupo rebelde.
Con los vuelos de deportación y el transporte de Estados Unidos a México se cierra un capítulo que ha sacudido la política estadounidense y había puesto en riesgo la seguridad de Ciudad Acuña.
