Cuatro incendios forestales avanzan sin control este miércoles en el condado de Los Ángeles, poniendo a prueba la capacidad de los servicios de emergencia.

Hasta el momento, las llamas han dejado al menos dos muertos, numerosos heridos y más de 1,000 estructuras destruidas, según informó Anthony Marrone, jefe de bomberos del condado.

El primer incendio se registró el martes por la mañana en Pacific Palisades, una zona residencial de clase media alta, donde los vientos de Santa Ana, con ráfagas de hasta 160 km/h, y la extrema sequedad impulsaron el fuego rápidamente, consumiendo cientos de hectáreas en pocas horas. Lori Libonati, una residente obligada a evacuar, describió la escena como “un infierno”.

Posteriormente, se reportaron otros incendios: Eaton, en Altadena; Woodley, al norte de Palisades; y Hurst, cerca de Santa Clarita. Un quinto incendio más pequeño, llamado Tyler, en Riverside, fue controlado en la madrugada.

Más de 30,000 personas han sido evacuadas, muchas de ellas en medio de escenas caóticas. En Pacific Palisades, las limitadas rutas de acceso colapsaron, complicando tanto la salida de residentes como la entrada de los bomberos. Lucy Sheriff, periodista y residente del área, relató que no recibió alertas oficiales y describió escenas de pánico.

Vi a vecinos corriendo por las calles con sus hijos, y una mujer mayor pidiendo ayuda para evacuar sin que nadie pudiera asistirla”.

Las autoridades desplegaron maquinaria pesada para despejar los vehículos que bloqueaban el acceso a las zonas afectadas, y albergues han sido habilitados para los desplazados.

Los vientos de Santa Ana, considerados los más destructivos en más de una década, han dificultado las labores de extinción. Ariel Cohen, meteorólogo del Servicio Meteorológico Nacional, calificó el escenario como “catastrófico” y advirtió que las condiciones seguirán siendo desfavorables durante los próximos días, sin lluvias en el pronóstico.

Mientras tanto, las compañías eléctricas han programado cortes de energía para prevenir nuevos incendios en zonas vulnerables.

Más de 1,400 bomberos, apoyados por refuerzos de Nevada, Oregón y Washington, trabajan incansablemente para combatir las llamas. Sin embargo, Marrone reconoció que los recursos están al límite.

Los fuertes vientos y la baja humedad ponen en peligro a todos los residentes del condado”.

Estos incendios ocurren apenas dos semanas después de que el incendio Franklin devastara Malibú durante nueve días. Expertos apuntan al cambio climático como el principal factor detrás del incremento en la intensidad y frecuencia de estos desastres, al extender las temporadas de incendios y reducir las precipitaciones.