Sintonía FM
Por: Fernanda Mata
Viéndome en el espejo noté ciertos adornos que no iban ahí, parecía un pino navideño, misma forma y mil bolitas alrededor, los envidiosos dirán que son llantitas y yo, digo que también, sin embargo, hay unas luces preciosas que no pueden brillar porque han sido opacadas, a veces se vislumbran algunos destellos, tal vez ocurre cuando vuelvo a rediseñar el arbolito y las dejo salir… quizá es momento de poner la luces al frente, sí, puede ser momento para hacerlo. En la imperfección de nuestro cuerpo se esconden grandes protuberancias que parecieran chipotes chillones en forma de pelotitas, esas bolitas que vuelven amorfo nuestro ser físico/emocional/espiritual, es decir, no soy gord@ por lo que como, sino por todo lo que voy acumulando en mi cuerpo y que es difícil soltarlo; es gordura disfrazada de un cúmulo de emociones que se convierten en recuerdos y vamos almacenando en la memoria del corazón. Eso dicen los expertos.
Te la barajeo más despacio, estamos hablando de dos dimensiones: una es el plano físico, en donde todas las emociones detonadas por los recuerdos, se manifiestan en tu cuerpo con enfermedades, con estados de ánimo, acciones, etc. Y la segunda dimensión: la emocional, en el que los recuerdos acumulados están relacionados con el plano material, es decir, con mucho de lo que posees a tu alrededor y que no somos capaces de eliminar por el eje motor de este plano, “el apego”
Simple de entender y quizá te haya pasado en más de una ocasión. Si voy con el nutriólogo, me dice que tengo que equilibrar mi comida, pero mi ansiedad o mis vacíos emocionales no me lo permite, por lo que tengo que empatar mi buena alimentación con mi tranquilidad para un resultado eficaz, ¿lo ves? ambos planos, el físico y el emocional van juntitos. Pero, ¿Qué pasa con el apego? ¿Dónde se manifiesta? ¿Qué es?, solo voltea a ver tu casa y dime si está el florerito que te regaló la tía Chole antes de fallecer, o los jeans talla 5 que te quedaban de recién casad@ esperando que vuelvas a entrar en ellos, o la infinidad de cosas que compramos en una gran venta nocturna que, por supuesto, ni usamos. Podríamos nombrar cantidad de cosas que vamos coleccionando y que a cada una de ellas le ponemos un valor sentimental mucho más caro que su propio precio. No está mal, pues no se trata de ser indolentes o mal agradecidos al recuerdo, sino de liberar las energías que no dan cabida a lo nuevo.
Retomando el plano emocional, déjame contarte que el apego es la relación afectiva más íntima, profunda e importante que establecemos los seres humanos con las personas y las cosas y lo confirma, entre muchos otros, el psicólogo Walter Riso quien dice que el apego es el mayor motivo de sufrimiento de la humanidad. ¡Ouch, eso dolió! Y tiene razón, porque deshacernos de los recuerdos camuflageados de cosas materiales, está asociado con despreciar el amor y el tiempo que invirtió la tía en darnos ese detalle, también creemos que tirar/regalar/donar lo que con tanto sacrificio y dinero nos ha costado hacernos de lo que tenemos, significa no valorarlo; o peor aún, regalar las cosas de nuestros difuntos pudiera asociarse con olvidarnos de ellos.
Nada de eso es cierto. Nada va a desaparecer la intensión de un regalo, ningún mueble reemplaza el esfuerzo logrado, ningún adorno de tu pino de navidad opaca la luz emanada de él y ningún motivo es suficiente para guardar lo innecesario.
Sentimos que si lo desechamos, nos quedamos encuerados porque nos arropamos, protegemos y escudamos de ellos. ¡Desnúdate! Desapeguémonos, soltemos, depuremos y reemplacemos lo que sea necesario para liberar espacio en nuestro cuarto y en el corazón. Necesitamos hacer limpia de clóset, vernos frente al espejo para saber que todo lo que la vale la pena está ahí, frente a nosotros, viendo que lo más maravilloso de lo logrado, lo equivocado, lo agradecido y lo imperfecto está construido dentro y fuera de mi cuerpo en todos sus planos. ¡Desnúdate! Admírate y enamórate de él, rompe las ataduras del recuerdo, no te aferres a las cosas vestidas de apegos sentimentales… Escombra tu ser para tejer nuevas memorias, que importa si incluye personas o cosas. ¡Se vale vaciarse para llenarse de nuevo!
Nuestro tiempo es justo y perfecto y es cuando sintamos el llamado de nuestro corazón a hacerlo.
Si el calendario es una directriz para ti, adelante, viene una nueva oportunidad en este 2022. Deseo con profunda pureza de intensión, que en tu proceso de desapego nacidas del corazón, lleguen abundantes bendiciones.