Belo Horizonte.- Los gobiernos de Brasil y Colombia han expresado su repudio al trato que han recibido los migrantes deportados por Estados Unidos bajo la administración de Donald Trump. Ambos países han tomado medidas firmes frente a lo que consideran violaciones a los derechos humanos de sus ciudadanos repatriados.
Brasil: indignación por condiciones inhumanas
El gobierno brasileño denunció las condiciones degradantes en las que fueron trasladados 88 brasileños en un vuelo militar estadounidense que aterrizó en Manaos.
- Relatos desgarradores: Migrantes esposados, sin acceso a agua ni baños, soportaron altas temperaturas y problemas técnicos en el avión. “Algunas personas se desmayaron”, narró un deportado.
- Medidas inmediatas: El Ministerio de Justicia ordenó retirar las esposas al llegar a Brasil y condenó el «flagrante desprecio a los derechos fundamentales».
- Reacción de Lula: El presidente Luiz Inácio Lula da Silva dispuso que una aeronave de la Fuerza Aérea trasladara a los migrantes a su destino final, garantizando su dignidad.
Colombia: rechazo a vuelos militares
El presidente Gustavo Petro tomó una postura firme, rechazando la entrada de aviones militares estadounidenses con migrantes deportados.
- Condiciones exigidas: Petro aseguró que solo aceptará a los deportados en vuelos civiles y con un trato digno.
- Mensaje claro: “Un migrante no es un delincuente”, afirmó, enfatizando que Colombia no permitirá atropellos hacia sus ciudadanos.
- Contexto diplomático: Este es otro episodio de tensión entre la administración Trump y Petro, crítico frecuente de las políticas migratorias del presidente estadounidense.
La utilización de aviones militares y las denuncias sobre el trato recibido han generado tensiones entre los gobiernos de Brasil, Colombia y Estados Unidos. Ambas naciones sudamericanas subrayan que la dignidad humana es un pilar innegociable de sus democracias.