“Cada obra de amor, llevada a cabo con todo el corazón, siempre logrará acercar a la gente a Dios”.
Madre María Teresa de Calcuta
Por: Fernanda Mata
¡Adiós! Me voy de viaje a Monterrey. Llegando a la ciudad del cabrito y del Cerro de la Silla y después de celebrar el año nuevo, me disponía a regresar a mi ciudad, Querétaro, no sin antes escuchar súplicas para quedarme más tiempo, pero no podía, tenía uno y mil pendientes que me obligaban a partir, fue entones que una silla traviesa hizo de las suyas, me senté, se movió y hoy me tiene detenida en una cama con una fractura de cadera sin poder regresar a casa hasta en un par de meses y sí, fue así que tuve que quedarme…
Es la historia corta de mamá Quika, mujer de 73 años quien hoy recibe, a manos de muchos, una de las grandes cosechas que se encargó de cultivar a lo largo de su vida. Solo bastó un par de mensajes donde se antepuso su nombre para que se empezara a gestar el amor hacia ella vestida de solidaridad, caridad, apoyo y arropo de todas las personas que quienes, en algún momento de sus vidas, les alcanzó las infinitas virtudes que recibieron de mamá Quika para poder enfrentar su situación de salud. Me voy ahorrar la cantidad de detalles que a lo largo de su vida la tienen hoy en un lugar muy especial de nuestros corazones, me centraré solo en el fondo de la historia pues la forma, fueron todas las acciones que se hicieron presentes para que ella pueda gozar hoy de una operación exitosa y de los necesarios cuidados posteriores…
El fondo es la pregunta fina y profunda de ¿qué hace una persona para generar esas grandes cosechas de amor? Pues en el momento menos pensado, sin avisar, sin predecirlo y sin estar preparado, llegan los quiebres de la vida, ese instante en el que cambia todo y te pone prueba a ti y a los que te rodean para que vuelquen y agoten en ti, todas las posibilidades para verte de nuevo bien. El fondo es ver cómo una persona, con todo lo que hace/dice a lo largo de sus años, le dé de regreso infinitas muestras de gratitud por lo que ha dado a los demás.
El camino empieza con la forma natural y auténtica del “buen corazón”, ese que se desborda en todo lo que tocan sus manos y diga su boca hasta que traspasa y se incrusta en otro y en otro y en otro, hasta que sin pensarlo, el pase de lista de las personas salpicadas de su amor se hace gigante e inevitablemente ellos respondan de la misma manera. Hacemos referencia a que una persona tiene un corazón enorme cuando decimos coloquialmente “tiene pa´todos” y mamá Quika lo ha hecho, realmente ha tenido pa´todos. Ha sido mamá de quienes no lo han sido, ha sido tía y hermana de quienes ni su sangre llevan, ha sido amiga de quienes ni la conocen y apoyo para quienes ni lo piden. Tan generosa, creativa, ocurrente, sin mencionar sus enormes talentos en pintura, cocina, costura y tejido… ella es tan ella, simplemente tan Ma. Eugenia M.
La lección que nos regala es que da ¡hasta quedarse sin calzones! y sin embargo, siempre le llegan tres nuevos, de verdad que la generosidad se multiplica en dimensiones insospechadas y es un multiverso al que pocos acceden de una manera tan limpia y en secreto. No me dejarás mentir, pues vemos en redes sociales, cantidad de selfies con un fondo lleno de demagogia cual político en campaña repartiendo despensas a los más necesitados ¡Fuchi a eso! La caridad, el altruismo, la filantropía o la generosidad son virtudes que se dan en silencio y sin presunción de lo contrario son una auténtica ilegitimidad de la pureza de intensión.
Maria Teresa de Calcuta, ha sido muy sabia en decir que “Cada obra de amor, llevada a cabo con todo el corazón, siempre logrará acercar a la gente a Dios” esta frase llevada a la reflexión e independientemente de la fe que profeses y la disciplina que practiques, el mensaje es claro: un corazón agradecido derrama amor. Lo que se lleva por dentro es lo que sale y desde el punto de vista lógico-científico no puede ser de otra manera pues, si siembras un árbol de mandarinas, el fruto será mandarinas,
En la incredulidad de si somos o no merecedores de las muestras de gratitud hacia nosotros hay un precepto básico: “No recibes lo que no das”.
Te invito a tomar como estandarte el don de dar ¡hasta quedarte sin calzones!…
Te propongo entonces, hacer introspección y revisar con qué virtudes hemos tejido nuestro camino para cuando la vida te ponga de frente con es esas fracturas volteemos a nuestro alrededor y veamos esas manos extendidas dispuestas a tomarnos para salir adelante y ojo, esto no es una tarea de conveniencia, es decir, no se trata de hacer para recibir sino de dar para alcanzar la paz interior y compartirla en fraternidad.
Este es un homenaje a uno de mis más grandes maestros de la bondad desinteresada, de la generosidad sin demagogia y de la pureza de corazón sin freno. La mía se llama mamá Quika ¿la tuya qué nombre lleva?