Por Lorena Montemayor
Festejado desde la época prehispánica, el día de Muertos es una celebración mexicana que se ha relacionado con el culto a nuestros antepasados; es el momento en el que las almas de nuestros amigos, familiares o conocidos que han fallecido, regresan a convivir con los vivos.
En la cultura teotihuacana se acostumbraba a honorar a los muertos practicando distintos rituales con el propósito de que llegaran con bien a uno de los cuatro paraísos (según la forma de muerte). Ofrecían comida, vasijas, semillas, piedras de jade, entre otros.
Los mexicas creían que existían cuatro destinos en donde el fallecido pasaba a mejor vida:
- Tlalocan: era el paraíso de Tlaloc, dios de la lluvia; ahí se dirigían quienes fallecían en circunstancias relacionadas con el agua.
- Omeyocán: paraíso del sol; a este lugar llegaban solo los muertos en combate, cautivos que se sacrificaban y las mujeres que morían en el parto.
- Mictlán: destinados a quienes su muerte era de manera natural.
- Chichihuacuauhco: aquí se dirigían los niños que fallecían antes de su consagración al agua.
El camino para llegar a Mictlán era difícil, las almas debían recorrer distintos lugares durante cuatro años para llegar a Chicuanamictlán, en donde descansaban o desaparecían las almas de los muertos. Para lograr recorrer este camino, el difunto era enterrado junto con un perro Xoloescuintle, quienes guiaban a las almas en su paso por el inframundo para no perderse antes de llegar al paraíso.
Al llegar los españoles a américa en el siglo XVI, surgió una mezcla de costumbres y tradiciones que nos llevaron a lo que hoy celebramos en nuestro día de muertos.
Nuestras costumbres han avanzado durante los años, y una de las ofrendas mas populares entre los mexicanos es el altar de muertos, donde recordamos a nuestros fallecidos. Entre los elementos esenciales que componen el altar se encuentran:
El retrato del difunto para honrar a la persona que fue en vida. En algunos lugares se acostumbra a poner el retrato escondido para que solo pueda ver visto desde un espejo, representando que el fallecido aún está presente, pero no se puede ver.
Las calaveras de azúcar son dulces en forma de cráneo que se realizan de azúcar, chocolate, gomitas, amaranto, entre otros, con el fin de consumirlo entre parientes.
El pan de muerto es un tipo de pan dulce que se hornea de forma redonda y se espolvorea con azúcar. Actualmente existen distintas versiones de este, agregándole algún tipo de relleno o sabor al pan.
Las flores de cempaxúchitl son típicas de esta festividad, ya que se cree que atraen y guían a las almas de los muertos.
Un vaso de agua que saciará la sed después del recorrido hacia el mundo de los vivos y recobren las fuerzas para regresar.
Veladoras que guiarán a las almas de regreso a sus hogares, significando luz, fe y esperanza.