Brandon, 23 años, padre a los 19 años por primera vez y la segunda a los 23, casado con un mujer bonita y también muy joven.
¿Cómo fue su infancia? ¿Conoció un hogar? ¿Cuándo se inició en las drogas y por qué?
Las preguntas que me hago son muchas. No tengo respuestas, tampoco las busco, no quiero contar su historia, solo busco reflexionar e intentar dejar una semilla para que otros también lo hagan.
¿En qué momento Brandon se convirtió en un múltiple asesino? En feminicida por matar a su esposa, en parricida por matar a su madre y en filicida por asesinar a sus dos pequeñas hijas, además de terminar con la vida de su padrastro.
Él, como muchas otras jóvenes víctimas de las drogas, sumidos en la inconciencia y en la más dura de sus pruebas: la abstinencia, están ciegos de cualquier razonamiento y sin importar cómo, quieren obtener su aliciente, la droga que tal vez los volverá más violentos o los colocará en un estadio de paz y tranquilidad. Sin embargo, es difícil determinar cuál de esas dos situaciones se presentará.
Hoy la acción de Brandon es calificada de atroz, de terrorífica, de vergonzosa. La noticia que puso a Monterrey en el top de la información nacional. Por desgracia la nota policíaca es la que más seguidores o lectores da. Tema para otra ocasión.
Sin defender la situación, por qué no calificamos la pobreza como algo atroz, por qué no nos parece de terror ver a niños en la calle descalzos, desnutridos y sucios pidiendo una moneda. ¡Eso sí es vergonzoso! ¡¿Dónde queda la calidad de humano?!
Qué es la vida que les tocó vivir, qué es su destino. Tal vez, pero que hacemos todos para evitar que esos pequeños callejeros dejen la calle y puedan desarrollarse en un ambiente de bien, sin tener carencias y fuera de su alcance las drogas para saciar su hambre, su sed o cualquier necesidad que tengan. Drogados se olvidan de todo.
Prevenir la violencia familiar es muy importante, pero considero que otra acción más relevante es erradicar la pobreza, evitar los cinturones de miseria y prever el crecimiento desmedido y concentrado de la población en las grandes urbes.
Una ciudad no es limpia porque reduce sus índices de contaminación, no es buena porque tiene mejores vialidades o transporte urbano. Una ciudad buena, es aquel lugar en donde las autoridades y la sociedad se unen para realizar acciones y evitar la drogadicción a tan temprana edad; en donde el hambre y las carencias económicas no sean su origen.
Mucho menos en una metrópoli como Monterrey donde sus autoridades se jactan de que tenemos los primeros lugares en muchos aspectos.
Que bien que se trabaja para proteger a las mujeres y los niños de la violencia, pero -otro más- qué hacemos como sociedad para desintoxicar a aquel que es drogadicto. Brandon acababa de salir de un centro de atención contra las adicciones. ¿Cómo fue su tratamiento ahí; cómo superó la adicción, y sobre todo, cómo salió para convertirse en un múltiple homicida?
Confiamos en que las autoridades volteen a ver esos centros de atención contra las adicciones y los centros de readaptación juveniles, que tan solo de verlos por fuera, resulta deprimente y no queda la menor duda de que al interior el trato no es nada generoso.
@angelicasvalle