Monterrey, N.L. Una exposición que muestra la cultura, prácticamente desconocida, del vaquero de la Sierra Alta de Sonora y los diferentes aspectos cotidianos de esta figura, podrá ser apreciada a partir del 12 de mayo en el Museo de Historia Mexicana.
La exposición, de Werner Segarra, abrió sus puertas con un recorrido en vivo guiado por Werner Segarra y que se transmitió a través de la página de Facebook de 3 Museos.
El fotógrafo comentó su beneplácito de que su obra permita conocer la singular, real, apasionante y esforzada vida que llevan estos vaqueros.
Segarra es uno de los fotógrafos más célebres del Sur Oeste de Estados Unidos de Norteamérica; su trabajo ha aparecido en destacadas publicaciones y revistas. Vivió su infancia y adolescencia en diferentes países, lo que le ayudó a cultivar su sensibilidad artística y el respeto por las culturas nativas. Siendo adolescente se introdujo en el ámbito del vaquero norteño como estudiante de intercambio y con el tiempo buscó compartir su amor y respeto por esta comunidad a través de su fotografía.
En un planeta globalizado, día a día se diluye la estampa del vaquero de montaña, ese de vida ruda, que trabaja arduo con pocas comodidades y que solitario recorre y cabalga grandes extensiones arriando a su ganado. El vaquero de hoy es una combinación del pasado con un ligero toque de modernidad.
LA EXPOSICIÓN
La historia de los vaqueros sonorenses se remonta al siglo XVI cuando llegaron al noreste de México los primeros ejemplares de ganado vacuno. Con la posterior presencia de los jesuitas en las riberas del río Yaqui inicio la actividad ganadera.
Esta conjunción de eventos detonó el surgimiento de un mundo que encontró arraigo en Sonora y de ahí se extendió a algunos estados de lo que hoy es el actual sur de Estados Unidos, pero que antes fue territorio de México. Por ello hay quienes afirman que el vaquero es una figura auténtica y originalmente mexicana.
El vaquero mexicano está presente y sobrevive en los estados de Sonora, Chihuahua, Coahuila y Tamaulipas, regiones ganaderas por excelencia.
Durante más de treinta años, Werner Segarra logró una inmersión absoluta, privilegiada por la confianza y el aprecio de esta sociedad que le permitió capturar fotográficamente el alma y las tradiciones de los habitantes de este lejanísimo rincón de México.
Las 60 imágenes que se exhiben plasman una madeja de historias de familia, así como el peso de la religión, la importancia de la mujer y las tradiciones. Vaqueros de la Cruz del Diablo no sólo representa un legado cultural sino una narración del proceso de cambio de un mundo en el que Werner Segarra ya forma parte.
La exposición va acompañada de música norteña creada por Leo López, realizada especialmente para la muestra, la cual se ha enriquecido con piezas de acervo del Museo de Historia Mexicana que aluden a las faenas del campo: espuelas, herraduras, una silla de montar y pinturas de Ernesto Icaza, quien representó la vida de las haciendas mexicanas a principios del siglo XX.
Vaqueros de la Cruz del Diablo, que estará en exhibición hasta el 15 de agosto, está dividida en tres apartados: El lugar, La faena y La gente.
EL LUGAR
La Cruz del Diablo hace referencia a uno de los cañones naturales enclavados en la Sierra Alta del municipio de Huásabas, en Sonora. El nombre podría generar temor, pero contrario a ello, el espacio geográfico destaca por la fascinación del contenido fotográfico realizado por Werner Segarra: grandes montañas, profundos acantilados, cielos impecables y las jornadas que transcurren en este entorno. Es aquí donde se observa a los vaqueros, valientes e incansables, que arrean el ganado por terrenos tan hermosos como imposibles de cabalgar.
Werner ha sabido capturar el paisaje en el momento oportuno y con la iluminación adecuada, disponiendo únicamente de la tecnología que le otorga su cámara fotográfica.
Estas imágenes han sido resultado de años, días y horas de camino, en carro, a caballo y a pie, hasta llegar a aquellos lugares recónditos donde el tiempo borró los caminos, tanto que el hombre se olvidó de su existencia.
LA FAENA
Las imágenes que captan las faenas de un vaquero, nos encaminan a valorar su cultura con toda justicia. Desde niños y jóvenes realizan las tareas más diversas: son choferes de enormes ‘trocas’, amansadores de bestias, veterinarios, arrieros, administradores de sus ranchos, albañiles, colocadores de cercos, agricultores, lecheros, pasteurizadores, queseros, carniceros, cocineros, criadores de gallinas, perros, vacas, caballos, cerdos, chivos y borregos. También son exploradores, buscadores de agua, cazadores y guardianes.
Después del arduo día, descansan sobre el catre, en el suelo o en una antigua cama. La comodidad es mínima, pero poco importa cuando el cansancio y el sentimiento del deber cumplido son la recompensa.
LA GENTE
Una faceta fundamental del vaquero es la del hombre de familia. Este aspecto lo incluye a él, a la mujer, los hijos, la religión y el hogar –que difiere del rancho-. El sitio donde se encuentra con los suyos es modesto y acogedor.
La cocina es el lugar propicio para las reuniones con su familia y amigos, que transcurren alrededor de la comida tradicional de la región: frijoles refritos, tortillas de harina, “téparis”, acelgas, pipián, quelites, cocido de res, carne asada, machaca, queso fresco, chile tatemado, menudo, pozole, gallina pinta, “pan de vieja”, empanadas de calabaza o, simplemente, un buen café.
La exposición abrió sus puertas el pasado 12 de mayo a partir del recorrido inicial a cargo del fotógrafo Werner Segarra, que se transmitió en Facebook de 3 Museos a las 12:00 horas. Si desea más información se puede contactar a través de las redes sociales con @3Museos o consultar la página www.3museos.com.