John Tinniswood, reconocido este mismo año por Guinness World Records como el hombre más longevo del mundo, falleció a los 112 años en una residencia en Southport, Inglaterra. Su vida fue un testimonio de la historia del siglo XX: nació en 1912, el año del hundimiento del Titanic, y vivió dos guerras mundiales, dos pandemias globales y el reinado completo de la reina Isabel II.
El lunes, Tinniswood murió rodeado de «música y amor», según informó su familia. «Era un hombre inteligente, valiente y con un talento especial para las matemáticas. Su calma ante cualquier crisis y su habilidad como conversador lo hicieron único», destacaron sus seres queridos en un comunicado.
Tinniswood conoció a su esposa, Blodwen, en un baile y contrajeron matrimonio en 1942, en plena Segunda Guerra Mundial. Durante el conflicto, sirvió en el Royal Army Pay Corps, desempeñando labores relacionadas con la administración financiera del ejército británico. Posteriormente, trabajó como contable en la industria petrolera hasta jubilarse a los 60 años.
A lo largo de su vida, Tinniswood mantuvo una rutina sencilla. Todos los viernes disfrutaba de su plato favorito, pescado rebozado con papas fritas, y se mantenía mentalmente activo al gestionar sus finanzas y seguir las noticias. Pese a esto, siempre insistió en que su longevidad era cuestión de azar.
«O vives mucho o vives poco, y no puedes hacer mucho al respecto», declaró al recibir el título de Guinness World Records en abril.
Viudo desde 1986, Tinniswood deja una hija, cuatro nietos y tres bisnietos. Durante una década, desde los 100 hasta los 110 años, recibió cada año una tarjeta de cumpleaños de la reina Isabel II, quien falleció en 2022 a los 96 años.
El legado de Tinniswood no solo reside en su extraordinaria longevidad, sino en su capacidad para inspirar a quienes lo conocieron. Un hombre que, en sus propias palabras, enfrentó la vida con serenidad y gratitud, dejando un ejemplo de resiliencia en tiempos de cambio.