Ciudad del Vaticano.-
Ese es el llamado del Papa Francisco al iniciar la Semana Santa durante su homilía por el Domingo de Ramos que reunió a miles de personas en la Plaza de San Pedro.
Después de una larga procesión, acompañado por decenas de obispos y cardenales, y seguida por lecturas del evangelio.
Francisco dijo en su homilía que era importante resistir a la tentación del triunfalismo y ser humildes.
Escucha y vive la ceremonia del Domingo de Ramos
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“El triunfalismo trata de llegar a la meta mediante atajos, compromisos falsos. Busca subirse al carro del ganador. El triunfalismo vive de gestos y palabras que, sin embargo, no han pasado por el crisol de la cruz; se alimenta de la comparación con los demás, juzgándolos siempre como peores, con defectos, fracasados… Una forma sutil de triunfalismo – afirma el Papa comentando a De Lubac – es la mundanidad espiritual, que es el mayor peligro, la tentación más pérfida que amenaza a la Iglesia. Jesús destruyó el triunfalismo con su Pasión”.
La Iglesia misma tuvo que resistir el triunfalismo y la mundanalidad espiritual, agregó, llamándolos «la tentación más traicionera que amenaza a la institución».
El silencio de María vence al triunfalismo
El Santo Padre afirma que después de Jesús, la primera que ha recorrido este camino fue su madre, María, la primera discípula. “Ante los duros y dolorosos acontecimientos de la vida, responder con fe cuesta «una particular fatiga del corazón». Es la noche de la fe. Pero solo de esta noche despunta el alba de la resurrección. Al pie de la cruz, María volvió a pensar en las palabras con las que el Ángel le anunció a su Hijo: «Será grande […]; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin»”.
“En el Gólgota, María se enfrenta a la negación total de esa promesa: su Hijo agoniza sobre una cruz como un criminal. Así, el triunfalismo, destruido por la humillación de Jesús, fue igualmente destruido en el corazón de la Madre; ambos supieron callar”
Al final de dos horas de servicio religioso, Francisco pidió a la multitud rezar por la paz, particularmente en Tierra Santa y en todo Oriente Medio.
El Jueves Santo, Francisco viajará a ciudad de Velletri, al sur de Roma, para lavar y besar los pies de 12 reclusos en una prisión y conmemorar así el gesto de humildad de Jesús hacia sus apóstoles la noche antes de morir, de acuerdo a la tradición católica.