Figura paterna ayuda a romper simbiosis entre madre-hijo

0
126

Ciudad de México.- El papel del padre en la familia es fundamental para el desarrollo saludable de los hijos. Una de las funciones principales del padre es romper la simbiosis entre la madre y el hijo, permitiendo que el niño pueda separarse gradualmente de la figura materna y desarrollar su propia identidad.

De acuerdo con el reconocido psicoanalista, Alejandro Radchik, la presencia del padre en la vida de los hijos es crucial para fomentar la autonomía, la independencia y la autoestima de los niños. El padre actúa como un modelo a seguir, enseñando valores, normas y límites que ayudan a los hijos a desenvolverse de manera adecuada en la sociedad.

“Durante la primera etapa de nuestra vida el ser humano es dependiente, pasivo e indefenso, y es ahí en dónde se da la simbiosis entre la madre-hijo, lo que propicia que la relación amorosa se confunda y llegue a perder los límites de la psique y el cuerpo, por lo que en el inconsciente se promueve la ilusión de encontrarse fusionados, tanto en la madre como en el hijo. Es por esto que es necesario promover el proceso de separación e individualización, para no dificultar la posibilidad de encontrar un espacio psíquico en el que quepa un tercero, ya sea el padre, hermanos o demás miembros de la familia. Es en este punto en el que entra la importancia del rol paterno para poder romper con esta simbiosis que es motivada tanto por el amor hacia ambos, como por la rivalidad y lucha imaginaria que se crea entre padre e hijo”, explicó el especialista.

Además agregó, que el padre brinda estabilidad emocional y seguridad a la familia, creando un ambiente de confianza y apoyo que favorece el bienestar de todos sus miembros.

Su presencia equilibra la crianza y la educación de los hijos, proporcionando una visión diferente y complementaria a la de la madre.

Según Freud, el padre debe realizar la castración simbólica, la cual tiene como objetivo evitar el incesto y forjar una estructura psíquica, creando un lugar en la sociedad y la familia. Se puede decir que el niño atraviesa por diferentes etapas de castración simbólica; la primera del cuerpo al momento del nacimiento, la segunda en el destete y la tercera cuando el niño descubre que debe compartir a su madre con otros como el padre, hermanos, etc.

Es por eso que dice que todo vínculo del ser humano tiene como base una relación triangular mediante la cual se sufre y se goza, y en la que Freud sostuvo que el complejo de Edipo es el núcleo de toda neurosis.

“La ausencia de la función paterna, acompañada de una madre que no permite la separación, complica gravemente la posibilidad  de  imaginar a alguno de ellos sin el otro y con ello se busca la forma de premiar las necesidades y deseos. Una madre o un padre que sobre gratifica a sus hijos constantemente, no promoverá el desarrollo, la seguridad y la independencia de su hijo, de igual forma, una madre o padre que no lo asista y lo frustre en demasía, promoverá su cobardía y vulnerabilidad, el padre debe mediar y asistir a que no ocurra esta situación”, detalló Radchik.

En este sentido enfatizo que si no se alcanza a romper la simbiosis antes explicada, la relación puede resultar en ser regresiva y enferma, la cual promoverá cuadros psicóticos, en los que los límites entre el sí mismo y el otro, entre realidad psíquica y realidad externa, serán borrosas y confusas para todos lo involucrados.

Es así que es necesario contar con una madre y un padre lo suficientemente buenos que propicien la construcción de forma gradual del crecimiento y la madurez del hijo, la madre con ayuda y apoyo incondicional del padre, asistirán y ejercerán ciertas funciones en pro del bienestar durante todo el aprendizaje del hijo para ejecutarlas.

Para conocer más acerca de esta información, puede visitar el sitio del Dr Radchik en el siguiente enlace.