El total acumulado de vidas perdidas, compilado por la Universidad Johns Hopkins, es casi igual al número de estadounidenses muertos en la Segunda Guerra Mundial. Se trata de la población de Tulsa, Oklahoma; Tampa, Florida; o Nueva Orleans. Es equivalente al número de personas que acudieron al festival de Woodstock en 1969, reseñan agencias de noticias internacionales.
Es poco menos que los 409 mil estadounidenses estimados que murieron en 2019 de accidentes cerebrovasculares, Alzheimer, diabetes, gripe y neumonía combinados.
De acuerdo a las proyecciones, aún con el inicio de la vacunación, el número de muertos podría llegar a más de 560 para mayo próximo.
El manejo de la pandemia en Estados Unidos ha sido criticado severamente por organizaciones especializadas en salud. Mientras que el Presidente Donald Trump primero minimizo la propagación del virus al no utilizar cubrebocas, criticó los confinamientos, promovió tratamientos no probados e inseguros, socavó a los expertos científicos y expresó escasa compasión por las victimas, hoy se proclama como el precursor de la Operación Máxima Velocidad para desarrollar y distribuir vacunas contra el coronavirus.
Si bien el recuento se basa en cifras proporcionadas por agencias gubernamentales de todo el mundo, se cree que el número real de muertos es significativamente mayor, en parte debido a pruebas inadecuadas y casos atribuidos de manera inexacta a otras causas desde el principio.
Se necesitaron cuatro meses para llegar a los primeros 100 mil muertos. Tomó poco más de un mes pasar de 300 mil a 400 mil.