¡Salud, por la vida!

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Ileana Mayorga Núñez
Todas las noches, antes de dormir, trato de dejar todo listo para que al siguiente día no tengamos que correr para llegar puntual al colegio.
Sin embargo, como cualquier mamá sabe, todo puede pasar, desde que las pequeñas amanezcan de mal humor y las tenga que arrastrar literalmente a hacer todo,  hasta que se pierda un tenis, se acuerden de una tarea, les duela algo, se tire la leche, etc, algo que nos hace correr y correr o simplemente el tiempo voló y para cuando vimos  el reloj ya debimos haber salido. Esta semana justo eso me pasó.
A media carrera, mientras terminaba de guardar el lunch,  escucho las risitas de mis hijas, chocaban sus tazas de unicornio con chocolatito caliente y gritaban «POR LA VIDA » y soltaban tremenda carcajada, daban un trago y lo volvían a hacer, «POR LA VIDA».
Evidentemente no habían comido ni la mitad del desayuno y seguían inmersas en su juego brindando, me detuve en la carrera: las vi, no pude evitar soltar la carcajada y gritar SALUUUDDDD! Nos reímos las tres a carcajadas, después les dije es tardísimo chicas vamos a apurarnos!!! y metieron turbo.
Evidentemente llegamos tardísimo a la escuela, pero. por un extraño milagro, no hubo retardo.
Se que no puede pasar diario y que debo poner mas atención a los tiempos pero,  ese pequeñísimo detalle hizo que se fueran tan felices a la escuela, me pidieron canciones en el camino, fueron bailando y cantando, y después de dejarlas me pregunté ¿que hubiera pasado si las hubiera regañado? También habríamos llegado tarde pero con una mala mañana, regaños y llanto todo el camino, por lo regular no suelo tener esa paciencia y como cualquier mamá me desespero, las apresuro, las regaño por jugar y no tomar en serio los tiempos,  ya que, entre la escuela, las cosas de la casa, mi trabajo y todas las actividades diarias de ellas a veces siento que no nos alcanza la vida, pero tienen razón, la vida es para celebrarla, disfrutarla, reírnos y brindar a cada momento.
Fue tan fuerte su lección que aunque a mi me pasaron otras cosas en el día, como salir apresurada de una junta  a medio día para recogerlas en el colegio y darme cuenta que no tenía efectivo para pagar el estacionamiento buscar y conseguir un lugar donde retirar dinero, etc pero al final me dio risa todo el proceso, las recogí, comimos y las lleve a sus actividades vespertinas, todo el día de buen humor y felices.
Deberíamos aprender más de los niños, más de su calma, ser más organizados y disfrutar, no hacerlos sentir mal,  si enseñarlos a organizarse, pero dejar que disfruten, que rían y nosotros reír con ellos, el tiempo vuela, no quiero que el día de mañana sean adultas agobiadas por la vida diaria, que no sean capaces de detenerse a brindar por la vida…