Monterrey.- «En el 97 se lanzó el Protocolo de Kyoto, dónde hablaron mil 200 científicos, y todos concedieron en una cosa, «no nos la vamos a acabar, cuando vengan las mutaciones de los «bichos», de las bacterias, de los microbios, ese va a ser el final del planeta», comentó el ecologista Guillermo Martínez Berlanga, respecto a la contaminación cómo factor de susceptibilidad en época de COVID 19.

Según datos de la Organización Mundial de la de la Salud (OMS), se registran más de 7 millones de muertes en el mundo al año debido a la mala calidad del aire, lo cual representa 1 de cada 8 defunciones.

En la teleconferencia «Los factores ambientales en la epidemia de COVID-19», expertos ambientalistas expresaron que existe creciente evidencia científica de que la contaminación del aire incrementa el riesgo de agravamiento de la enfermedad SARS-CoV-2, y continúa como tema de investigación, con el objeto de generar las mejores medidas de prevención.

 

¿Cómo afecta la calidad del aire a nuestra salud en época de SARS-CoV-2?

«A ustedes nadie les dijo que iban a vivir sin poder viajar, no puedes ir a divertirte, y andas preocupado porque no sabes que va a pasar, los científicos en Kyoto dijeron «hay que actuar mañana, el cambio climático nos va a alcanzar», pero los políticos dijeron «vamos a seguir deforestando, contaminando, acidificando los océanos» EXPLICÓ Martínez Berlanga.

En anteriores estudios de la OMS se examinó la carga de morbilidad atribuible a los riesgos ambientales más importantes a nivel mundial y regional, y se estimó el número de fallecidos y enfermos por causa de factores como el uso de agua insalubre y un saneamiento deficiente, o la contaminación del aire en locales cerrados y del aire exterior.

Muchas de las zonas, donde la pandemia por COVID 19 se ha expandido con mayor rapidez y con más gravedad presentan altos niveles de contaminación de forma crónica.

Contaminación en Monterrey

El Observatorio Ciudadano de Calidad del Aire de Monterrey alertó que bajo estás condiciones de calidad de aire, aumenta el riesgo agudo de que se adquieran infecciones respiratorias como SARS-CoV-2, se exacerben infecciones respiratorias existentes, se incremente la presión arterial con las consecuencias que esto tiene, que ocurran afectaciones isquémicas del corazón y que ocurran y se agudicen episodios de asma.

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Así mismo, el Secretario de Salud de Nuevo León, Manuel de la O Cavazos, reconoció que la contaminación aumenta la gravedad del virus, este problema ambiental afecta más a los pacientes que tienen enfermedades respiratorias.

La contaminación, especialmente aquella relacionada con el tráfico y el uso de combustibles fósiles, contribuye al envejecimiento de los pulmones y al incremento de las enfermedades respiratorias.

Las personas que viven en un entorno con altos niveles de contaminación del aire son más propensas a desarrollar enfermedades respiratorias, aún más en el caso de personas contagiadas del virus.

¿Cuántas muertes existen por mala calidad de aire en el mundo?

Un informe realizado por la OMS, indica que los más afectados por los riesgos ambientales son los niños pequeños y las personas mayores, en concreto los menores de cinco años y los adultos de 50 a 75 años.

Cada año podría evitarse la muerte de 1.7 millones de menores de cinco años y de 4.9 millones de adultos de entre 50 a 75 años con una mejor gestión del medio ambiente.

Asimismo, la tasa de mortalidad del recién nacido por causa de estos factores es 12 veces mayor en los países en crecimiento que en los países desarrollados, de lo que se desprende que es posible mejorar la salud humana si se promueven los ambientes saludables.

La mayor carga de morbilidad por razones ambientales recae sobre los países de ingresos bajos y medianos si se tienen en cuenta todos los tipos de enfermedades y lesiones.

Sin embargo, para determinadas enfermedades no transmisibles, como las cardiovasculares y los cánceres, la carga de morbilidad per cápita puede ser también relativamente alta en algunos países de ingresos altos.

Estás son algunas de las cifras aproximadas que se tienen registradas de acuerdo a la OMS:

  • 3.8 millones de muertes anuales en la Región de Asia Sudoriental.
  • 3.5 millones de muertes anuales en la Región del Pacífico Occidental.
  • 2.2 millones de muertes anuales en la Región de África.
  • 1.4 millones de muertes anuales en la Región de Europa.
  • 854 mil muertes anuales en la Región del Mediterráneo Oriental.
  • 847 mil muertes anuales en la Región de las Américas.

De estas cifras se desprenden el análisis de más de 100 categorías de enfermedades y traumatismos, que la gran mayoría de muertes vinculadas al medio ambiente se deben a enfermedades cardiovasculares, como los accidentes cerebrales y la cardiopatía isquémica.

Algunas de las causas de muerte vinculadas al medio ambiente registradas por la OMS, son:

  • Accidentes cerebrovasculares – 2.5 millones de muertes anuales.
  • Cardiopatía isquémica – 2.3 millones de muertes anuales.
  • Traumatismos involuntarios (por ejemplo, muertes por accidente de tránsito) – 1.7 millones de muertes anuales.
  • Cánceres – 1.7 millones de muertes anuales.
  • Neumopatías crónicas – 1.4 millones de muertes anuales.
  • Enfermedades diarreicas – 846 mil muertes anuales.
  • Infecciones respiratorias – 567 mil muertes anuales.
  • Afecciones neonatales – 270 mil muertes anuales.
  • Paludismo – 259 mil muertes anuales.
  • Traumatismos intencionados (por ejemplo, suicidios) – 246 mil muertes anuales.

Ambientes más sanos para mejorar la salud

«Un ambiente sano es la base de la salud en la población», señala Margaret Chan, Directora General de la OMS.

Según la Organización Panamericana de la Salud (OPS), 1 de cada 10 personas en América todavía queman residuos de cosechas, carbón, madera o queroseno para cocinar y calentar sus casas.

La quema de estos combustibles produce contaminación del aire en interiores, que supone un gran riesgo para la salud por enfermedades respiratorias y cardiovasculares, y una vulnerabilidad añadida para COVID 19.

El hogar debe ser el lugar seguro, y la contaminación del aire en el hogar puede ser eliminada.

Durante la cuarentena por este virus, en algunos lugares los niveles de contaminación disminuyeron hasta tal punto que las personas de algunas zonas pudieron respirar aire más limpio, algunas por primera vez en sus vidas, sin embargo, al mismo tiempo, los cierres en respuesta a la pandemia podrían haber empeorado la contaminación del aire en interiores al aumentar el tiempo que la gente pasa en sus casas.

Se requiere una transición a energías más limpias para los sistemas de transporte e industria; el mejoramiento de los sistemas de gestión de desechos y la reducción de la quema de productos agrícolas son necesarios para lograr un aire limpio y reducir la elevada carga de enfermedades atribuibles a la contaminación del aire.

El COVID es un recordatorio de que necesitamos construir un mundo donde la gente pueda respirar aire limpio, ver cielos azules y agua clara.

Algunos de los países que se vieron afectados en primer lugar y con mayor virulencia por la pandemia, como Italia y España, y aquellos que han controlado más eficazmente la enfermedad, como Corea del Sur y Nueva Zelandia, han situado el desarrollo respetuoso con el medio ambiente y la salud en el centro de sus estrategias de recuperación tras el virus.

Ciudades como Milán, París y Londres, han reaccionado a la crisis de la pandemia haciendo las calles peatonales y multiplicando los carriles para ciclistas a fin de permitir que los desplazamientos respeten el distanciamiento físico, la reanudación de la actividad económica y la mejora de la calidad de vida después de la crisis.

Además de integrar espacios verdes y carriles peatonales para alentar los desplazamientos a pie y en bicicleta, Curitiba (Brasil), también ha invertido considerablemente en la modernización de barrios marginales, el reciclaje de desechos y en un popular sistema de «transporte en autobús rápido».

Día Internacional del Aire Limpio por un cielo azul

El 19 de diciembre de 2019, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) adoptó la resolución para celebrar un día internacional del aire limpio e invitó al Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) a facilitar la celebración en colaboración con otras organizaciones pertinentes.

Para ayudar a crear conciencia de esta amenaza y movilizar la acción contra la contaminación atmosférica, cada 7 de septiembre se ha designado una nueva iniciativa, el Día Internacional del Aire Limpio por un cielo azul.

Esta conmemoración brinda la oportunidad de sensibilizar y movilizar una acción mundial para hacer frente a la contaminación del aire y sus consecuencias para la salud pública.

La contaminación atmosférica es el mayor riesgo ambiental para la salud humana y una de las principales causas evitables de muerte y enfermedad en todo el mundo. La resolución de la Asamblea General de la ONU destaca la importancia y la urgente necesidad de aumentar la conciencia pública sobre este tema en todos los niveles, y promover acciones para mejorar la calidad del aire.

Dado el contexto actual de la pandemia de COVID 19, el día asume un papel aún más importante al destacar la urgencia de abordar la contaminación del aire en beneficio de la salud humana, al tiempo que enfatiza la necesidad de avanzar hacia la sostenibilidad a nivel individual, nacional y global.

Estrategias para reducir la carga de morbilidad vinculada al medio ambiente

«Para poder tener aire limpio debemos partir de una premisa fundamental, hay que des carbonizar el aire, la ciudad, con áreas verdes y con pulmones urbanos», consideró martínez berlanga.

La OMS actualmente trabaja con los países para que tomen medidas sobre la contaminación atmosférica y la del aire de interiores.

Además de reducir la carga de morbilidad, muchas de las mismas medidas del sector sanitario y de los sectores no relacionados con la salud que reducen los peligros ambientales y la exposición a éstos pueden generar también otros beneficios secundarios, como, por ejemplo, la mejora de la calidad de vida y del bienestar, e incluso una mejora de las oportunidades de educación y empleo.

Si se utilizaran tecnologías y combustibles limpios para preparar alimentos, y para la calefacción y la iluminación, se reducirían las infecciones respiratorias agudas, las neumopatías crónicas, las enfermedades cardiovasculares y las quemaduras.

Con la mejora del acceso al agua potable y a un saneamiento adecuado y el fomento de la higiene de las manos, se potenciaría la reducción de las enfermedades diarreicas.

La mejora del tránsito en las ciudades y el urbanismo, y la construcción de viviendas más eficientes desde el punto de vista energético reducirían las enfermedades provocadas por la contaminación atmosférica y fomentarían la práctica de actividades físicas.

En general, por tanto, una mejora del medio ambiente contribuirá también a lograr los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

Algunas recomendaciones para una recuperación saludable y respetuosa con el medio ambiente son las que sugiere la OMS:

  • Proteger y preservar la fuente de la salud humana: la naturaleza. 

Los planes globales de recuperación tras la COVID 19, y en particular los destinados a reducir el riesgo de futuras epidemias, deben ir más allá de la detección precoz y el control de los brotes de enfermedades, también deben minimizar nuestro impacto en el medio ambiente a fin de reducir el riesgo en su origen.

  • Invertir en servicios esenciales, desde agua y saneamiento hasta energías no contaminantes en los centros de salud.

Los equipos para lavarse las manos son esenciales para prevenir la transmisión de enfermedades infecciosas, pero el 40% de los hogares no disponen de ellas.

Es esencial que los establecimientos sanitarios estén dotados de servicios de agua y saneamiento, en particular de jabón y agua (que constituyen la medida más básica para interrumpir la transmisión del SARS-CoV-2 y otras infecciones), del acceso a una fuente de energía fiable (un servicio indispensable para llevar a cabo de forma segura la mayoría de los procedimientos médicos) y de protección laboral para los profesionales sanitarios.

  • Asegurar una transición energética rápida en pro de la salud.

Se sigue manteniendo la tendencia a la baja del precio de las fuentes de energías renovables y de su almacenamiento, mientras aumenta su fiabilidad y el número, la seguridad y la remuneración de los puestos de trabajo en el sector.

Todo esto a pesar de que más del 90% de las personas respiran aire con niveles de contaminación superando valores establecidos de calidad del aire, dónde dos terceras partes se deben a la combustión de los mismos carburantes fósiles que causan el cambio climático.

Las decisiones que se tomen ahora sobre las infraestructuras energéticas quedarán fijadas para las próximas décadas.

  • Promover sistemas alimentarios sanos y sostenibles.

La agricultura y la ganadería, en particular el desbroce de tierras para el ganado, genera alrededor de una cuarta parte de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero, y el cambio del uso del suelo es el factor ambiental más importante en la aparición de nuevos brotes de enfermedades.

Es necesario pasar rápidamente a regímenes alimentarios sanos, nutritivos y sostenibles.

  • Construir ciudades sanas y habitables.

Puesto que las ciudades se caracterizan por una densidad de población relativamente alta y un tránsito saturado, muchos desplazamientos se pueden realizar de forma más eficiente en transporte público, a pie o en bicicleta, que en automóvil privado.

Estos medios de transporte también son muy beneficiosos para la salud, ya que reducen la contaminación atmosférica, los traumatismos por accidentes de tránsito y la mortalidad debida a la falta de actividad física, a la que se atribuyen más de 3 millones de defunciones anuales.

  • Dejar de utilizar el dinero de los contribuyentes para financiar la contaminación.

A nivel mundial, cada año se destinan alrededor de $400 mil millones de dólares de impuestos pagados por los contribuyentes a subvencionar directamente los combustibles fósiles que contribuyen al cambio climático y contaminan el aire.

Si se tienen en cuenta los daños a la salud y el medio ambiente que causan, el valor real de las subvenciones se eleva a más de $5 billones de dólares anuales, es decir, más de lo que gastan en salud todos los gobiernos del mundo y unas 2 mil veces el presupuesto de la OMS.

Un movimiento mundial por la salud y el medio ambiente

En la mayoría de los países, los ministros de finanzas dirigirán la elaboración del conjunto de medidas que impulsarán la recuperación económica tras la pandemia de COVID 19.

Dada la estrecha relación entre el medio ambiente, la salud y la economía, también es importante que los dirigentes del ámbito de la salud, como los directores de salud pública, participen directamente en este proceso, presenten informes sobre las consecuencias que las medidas pueden tener en la salud pública a corto o largo plazo y den su aprobación.

Lo más fundamental es tener en cuenta que la protección de la vida, los medios de sustento y el medio ambiente depende del apoyo de la población.